¿Cómo salimos? Salimos imitando lo mejor de otros países.
Lo nuestro es mirar, revisar, sopesar, elegir y poner en práctica. No se trata de piratear, pero convengamos que la globalización convirtió al mundo en un objeto rápido, simple y eficaz. Pregúntese lo siguiente: ¿dónde existe el modelo ideal de pensiones? Suecia, dicen unos, pero otros señalan el Estado de bienestar de Noruega. El modelo chileno consiste en escoger lo notable de los suecos y lo destacado de los noruegos.
¿Cómo prevenir y acabar con las drogas? Modelo islandés.
¿Cómo mejorar el sistema educativo? Modelo finlandés.
¿Cómo solucionar el conflicto mapuche? Modelo maorí, o sea, modelo australiano de convivencia con los pueblos aborígenes.
¿Y la violencia en general? Otra mezcla, de nuevo. Lo más acertado de la tolerancia cero de Nueva York, que ya tiene sus años, con lo innovador del modelo de Singapur.
¿Modelo de transporte público? Acá se partió mal, reconozcámoslo, porque el modelo Transmilenio era para Bogotá, pero no para Santiago de Chile, y por eso el Transantiago nunca dejará la demora y la ineficiencia. La solución está en el centro de Europa: modelo de transporte público austríaco.
¿Reciclaje del plástico? Es cosa de analizar y así llegamos a Colonia, Hamburgo o Berlín, en una palabra: modelo alemán y su sistema de depósito, devolución y retorno.
¿Modelo de tren rápido? Maglev Lo. De Tokio a Nagoya y 350 kilómetros en 40 minutos. Entre Viña y la capital sería un cuarto de hora de viaje, como ir en metro de Los Leones a la Estación Central.
¿Diálogo social? El de Dinamarca.
¿Modelo económico? El que es casi global: neoliberal corregido de a poco y siempre respetando la certeza jurídica.
¿Tipos de puerto? Los de Holanda.
¿Modelo de salud? Canadá, sin duda.
¿Modelo carcelario? Todo lo nórdico.
La política de observar globalmente y adaptar, en ningún caso piratear, debe ser constante, siempre con seriedad y respeto para todo tipo de modelos, con el fin de llegar al Chile que queremos: un país con la pensión de Noruega y Suecia, transporte de Austria, el combate contra las drogas de Islandia, educación de Finlandia, trenes de Japón, reciclaje de Alemania, salud de Canadá, modelos policíacos de NY y Singapur, cárceles nórdicas y la política de Australia para los pueblos originarios.
Faltan cosas, siempre es así, pero no nos desviemos.
¿Gobernanza regional? Modelo suizo.
¿Violencia en los estadios? Modelo inglés.
¿Educación inclusiva? Modelo escocés.
¿Sistema de textos escolares? Modelo francés.
Digamos, para concluir, que en los años 60 del siglo pasado existía una nación más pobre y atrasada que la nuestra, que en la actualidad es más rica y exporta tecnología, computación y hasta medidores inteligentes. ¿En lo general, entonces, a quién debemos imitar y nunca olvidar? A Corea del Sur.
Si en el futuro nos va mal, en ese caso, ya sería un problema nuestro, pero ni siquiera en esas circunstancias hay que claudicar: modelo ruso. Y si no resulta, el chino. Y por último el cubano.