El escritor ecuatoriano Esteban Mayorga fue uno de los invitados a la Furia del Libro en su versión 2018, siempre en el mes de diciembre. La mayor novedad residió en que esta organización asumió la realización de los Diálogos Latinoamericanos, que antes se llevaban a cabo en la Feria del Libro (que, como se ha informado profusamente, atraviesa por una seria crisis). Ello implicó la participación en la Furia de Mayorga y de escritores como Horacio Castellanos, Fernanda Melchor, Patricio Pron, Selva Almada, Inés Bortagaray y otros. En esa escena, Mayorga, de 40 años, pasó casi desapercibido.
Vita Frunis permite asomarse a una obra ya significativa y que, a juzgar por las declaraciones del autor, sigue una deriva similar al espíritu que anima esta novela, el juego, la asociación ya no libre sino extraña, una manera de acercarse y luego distanciarse del lector que tiene pocos antecedentes. Al comienzo, el protagonista vive en un tráiler y acompaña a su madre después de una rara agonía, donde se comportaba "como una señorita pero de comedia en el sentido estricto de la palabra", hasta que ella "falleció con un sonido moribundo y final". El libro está lleno de felices hallazgos de estilo -"muda como una tijera cerrada"-, y esa es otra herramienta para enganchar al lector en el flujo de una narración que toma derroteros deschavetados.
La acción transcurre en Estados Unidos, o en el imaginario de aquel país. El protagonista y su hermana abandonan el tráiler, toman un auto y van desarrollando un viaje que tiene bastante de iniciático. Personajes como Christopher Walken adornan una trama en la que también se discute sobre ideas, pero que parecen llegar desde un espejo deformado. Está también el trasfondo de la migración, pero nadie -excepto algunos compatriotas que se topa en el camino- parece extrañar algo, ni muestran síntomas de desadaptación. Es que el país que Mayorga despliega en los peregrinajes del protagonista, de su hermana y de la Rica Rubia Mundial, una suerte de pareja que lo acompaña más allá de toda comprensión, no resulta familiar, es un mundo propio, salvo por rasgos estereotípicos que Mayorga explota con gusto: los caminos, el calor del sur y el frío del norte, el desplazamiento, el peregrinaje, desde el medio oeste hacia el este, hacia la ciudad de Nueva York, donde nuevamente la realidad parece trastocada, velada por un lenguaje que elude los compromisos habituales con la realidad.
Esteban Mayorga
Cuneta, Santiago, 2018. 152 páginas.