A juzgar por su último estreno, “Cartas de niños”, el grupo La Negra María —abocado desde 2006 a hacer teatro para prepúberes y adolescentes— tiene ideas mucho mejores que los resultados a que llega con ellas. Se repite la impresión que nos dejó su anterior “Niños que fueron grandes”, cuyo proceso creativo —igual que el de este— fue respaldado por una laboriosa investigación, según se jactan. Solo a su innegable capacidad de gestión se puede atribuir el apoyo de fondos y entidades a sus obras y su periplo por festivales europeos del rubro. Esos antecedentes, claro está, abren expectativas que luego no satisfacen.
Su cuarto fruto aborda un tipo de temática inusual e inexplorada por nuestro ‘teatro familiar': el de la ausencia del padre contra su propia voluntad a raíz de una convulsión histórico-política. Como lo hizo en el cine la inolvidable “Papá salió en viaje de negocios”, filme de 1985 dirigido por el serbio Emir Kusturica. Aquí el desencadenante es una circunstancia con heridas aún abiertas entre nosotros, la dictadura militar. El punto de partida lo constituye un centenar de cartas escritas tras septiembre de 1973, por niños cuyos padres perdieron la libertad e incluso la vida; misivas que a veces llegaron a su destinatario clandestinamente, o quizás nunca recibieron.
El proyecto brindaba una ocasión preciosa para retratar la nostalgia del padre, cómo los chicos tratan de explicarse su desaparición y cómo la contingencia colectiva afectó sus vidas. Amén de rescatar la carta —hoy una pieza de museo para la última generación— como instrumento de comunicación de los sentimientos más íntimos y profundos.
El espectáculo se queda corto en cada uno de esos aspectos. Debido, para comenzar, a su extrema brevedad (35 minutos) y su tono de un simplismo anodino. La anécdota que despliega es inocua: Pablo, de 8 (un actor con media máscara) escucha ecos del bombardeo de La Moneda y luego su padre es apresado. Eso opera apenas como telón de fondo de lo que mayormente vemos, los juegos y fantasías del niño con sus amiguitos del vecindario encarnados por los otros dos ejecutantes (que manipulan diversos objetos y además hacen de papá y mamá). Predominan los clichés, no hay en escena nada que no sea perfectamente esperable.
Se ha informado que la dramaturgia usó extractos de unas 40 cartas. Grave es que el material epistolar luzca de una pobreza lastimosa. Lo que se oye, a veces en off, en una cinta pregrabada, no pasa de ser un puñado de frases sueltas y manidas, lugares comunes carentes de interés.
Otra duda es a qué público se destina la propuesta. El GAM la recomienda para mayores de 10 años, pero sin duda el resultado es demasiado ingenuo para que logre estimular a chicos crecidos. Los infantes, en tanto, no captarán sus aristas pretendidamente sustanciosas. Terminada la escueta entrega, el colectivo invita al público a un conversatorio no obstante la motivación para ello no se dio por ninguna parte.
Centro GAM. Sábado y domingo a las 16:00 y 18:00 horas. Hasta el 21 de abril.