CHV quiso seguir sacándoles partido a las confesiones de figuras conocidas y compró los derechos del exitoso programa argentino "Podemos hablar" (Telefé). La fórmula le ha dado frutos a la señal privada con "La divina comida"-que ya lleva cinco exitosas temporadas en pantalla-, programa por el que han desfilado decenas de personajes públicos que muestran su intimidad, así es que la nueva apuesta por un espacio donde los rostros pudieran expresarse parecía un paso lógico.
La versión local de "Podemos hablar" debutó el pasado viernes con esa propuesta y reunió a un grupo variopinto de invitados: el periodista Amaro Gómez-Pablos, las actrices Gabriela Hernández y Javiera Acevedo, la exsenadora Lily Pérez, el actor Luis Gnecco y el cantante Miguelo fueron recibidos en un simulado hall por Julián Elfenbein, el conductor. El anfitrión siguió rigurosamente lo establecido por el formato trasandino y esperó a sus invitados en la puerta para sacar las primeras declaraciones a quienes una especie de detector de metales (en Argentina, un semáforo) indicaba si tenían que responder o no la pregunta de rigor. Miguelo comentó en la ocasión que no volvería a ser socio de Miguel Piñera y Gabriela Hernández dijo que en España mantiene dos amigos "con ventaja".
Las revelaciones se tomaron toda la primera parte del programa en el que los invitados debían avanzar hacia un círculo si se sentían identificados con la pregunta o aseveración que hacía Elfenbein. Ahí supimos, por ejemplo, que a Gómez-Pablos lo acosó Miguel Bosé en un hotel y que Gabriela Hernández coincidió en su juventud en México con la cantante Chavela Vargas, quien le habría insinuado que le gustaba, mientras cenaban con unos amigos. Javiera Acevedo contó que quería enamorarse y tener hijos; Lily Pérez, que es una gozadora de la vida y se considera buena en la cama, y Luis Gnecco, que había hecho uso y abuso de la cocaína en una etapa de su vida.
Cuando el grupo entró en confianza y las copas de más comenzaron a hacer su efecto, los invitados pasaron a un comedor donde siguió la tertulia y se profundizaron algunos temas. En esa instancia fue que Gómez-Pablos se robó la película bailando flamenco y emocionó contando cómo su argolla de matrimonio se perdió en una playa que, curiosamente, se llamaba "Playa del Pilar", tal como su exmujer que murió de cáncer. El periodista fue elegido por sus compañeros como el mejor contertulio.
Más de dos horas duró el primer capítulo de "Podemos hablar", las que, literalmente, se pasaron volando: el espacio logró concitar interés y también su objetivo de sacarles declaraciones novedosas a invitados que no lo eran tanto. Así y todo, hay algo que le jugó en contra y lo dejó peldaños más abajo de "La divina comida", donde los famosos abren las puertas de sus casas y se crea un ambiente más íntimo para conversar. Acá, en cambio, el grupo se reúne en un estudio que parece enorme, lo que carga al programa de una frialdad que, a ratos, hace que los invitados parezcan maqueteados o que las declaraciones no logren la resonancia que corresponde.