Si el fútbol fuera "para los inteligentes", como dice Jorge Valdivia, Brasil habría sido campeón en 1982. Y también en 1986. Jamás vi un equipo de tipos tan talentosos como el de Falcao, Zico, Sócrates y Toninho Cerezo, que fue batido en el Mundial de España por un grupo que corría, pegaba, tenía a Paolo Rossi y no era nada de tonto. Cuatro años después se fueron porque ya no corrían como antes.
Puesto en el extremismo que declama el talentoso volante colocolino, en el fútbol solo cabrían los habilidosos, lo que no solo es una falacia, sino una manera absurda de comprender el fenómeno. Dentro de su mismo equipo hay gente sacrificada que trabaja para que él pueda extender su magia, y quisiera entender que lo que pretende en sus declaraciones es marcar un punto, ganarse un espacio en el debate y, lógicamente, ganar puntos en el esquema de un técnico que cree que el fútbol se juega con algo más que la mera inteligencia.
Si hay que ponerse en uno de los bandos que propone la provocación, la inmensa mayoría dirá que está del lado de los inteligentes, que, por lo demás, encabezan los rankings de los mejores jugadores de la historia. Pero no hay que ser muy estudioso para comprender que con eso no basta, y que la inteligencia de Lionel Messi, por ejemplo, encuentra recompensa en el Barcelona, pero no en su selección.
Pero para no hacer un tratado de algo que es una mera opinión en un momento muy oportuno, habrá que puntualizar que para Mario Salas es un pie forzado. Su equipo, sin los "inteligentes", interpreta un sistema que funciona, pero no tiene sorpresa y que suele caer en la reiteración previsible. Para fortuna del "Comandante", cohabitan en el mismo plantel las dos maneras más extremas de la interpretación que sugiere Valdivia, y puede ser un elenco rápido, que presiona y somete, pero también, cuando el partido lo pida, uno "inteligente".
Decimos todo esto porque Colo Colo debutará en la Sudamericana frente a la Universidad Católica de Quito, en altura y cancha pesada, después de un viaje exigente. ¿Le recomendaríamos a Salas lanzar al terreno al equipo "inteligente" o al batallador? ¿Pueden Valdivia, Paredes y Valdés venir desde el banco en cada partido -con rabieta incluida- o ser alternativas para cambiar el rumbo de un pleito?
El asunto de la dicotomía tiene su expresión más aterrizada en la titularidad o la banca, en el concepto futbolero que siempre será un descrédito para el talentoso ser reservado para entrar cuando las cosas no funcionen. Así ha sido siempre y también lo será hoy. Por una razón sencilla: el "inteligente" quiere jugar siempre, porque no concibe el fútbol sin su don natural. Y verá el partido, desde fuera, con el desdén de quien ve correr, marcar y presionar sin una mínima cuota de talento. Porque eso lo transformaría en un tonto, claro.