Mucha gente cree que un "convidado de piedra" es ese personaje que uno invita a su casa por obligación, pero que secretamente quiere que no asista.
Bueno, el presidente del Partido Comunista se autoerigió esta semana como el "convidado de piedra" del Gobierno cuando se "auto-des-invitó" de la ronda de reuniones bilaterales del Presidente Piñera con los líderes de los partidos de oposición.
El diputado Guillermo Teillier explicó que mientras al Frente Amplio le extendieron una invitación por correo firmada por el mandatario, a ellos solo les llegó una convocatoria por WhatsApp invitándolos a tomar un café para conversar sobre la reforma tributaria. Y se bajó.
El asunto de las reuniones con el Presidente provocó otro mal rato al Partido Comunista, pero no con el Gobierno, sino con el Partido Radical.
Cuando al presidente de esa colectividad, Carlos Maldonado, le preguntaron por la ausencia del PC en los diálogos presidenciales, respondió que "como partido con 155 años de historia, el partido más antiguo de Chile (...) tenemos una trayectoria democrática inobjetable, nunca hemos apoyado ninguna dictadura ni en Chile ni en el extranjero. Creemos en el diálogo".
La respuesta de los comunistas vino desde la cuenta en Twitter de su secretario general, Lautaro Carmona, que escribió lo siguiente: "Una pregunta, ¿de qué Partido era un traidor despreciable que tuvo una relación directa con la localidad de Pisagua, me refiero a un tal Gabriel González Videla, promotor de la ley maldita?".
Ese diálogo, en ese tono, me hizo recordar el verdadero significado de la expresión "convidado de piedra".
Esta proviene de la obra "El Burlador de Sevilla", donde su protagonista, "Don Juan", se mofa, en su propia tumba, del difunto Gonzalo de Ulloa -a quien él mismo había dado muerte- invitándolo a cenar a su casa. Lo sorprendente es que el muerto llegó a la cita convertido en una estatua de piedra.
Pero eso no es todo. El "convidado de piedra" no solo comparece inesperadamente en la casa de "Don Juan", sino que además esa noche termina matándolo.
Si esto no es una premonición, francamente no sé qué será. Pero las cosas pasan por algo.
No pocas personas que votaron por Sebastián Piñera en las últimas elecciones estiman que el Gobierno ha concedido ya demasiado a la oposición, especialmente en la reforma tributaria. Y entonces han visto con alguna dosis de espanto cómo en las reuniones bilaterales de esta semana se siguen abriendo espacios para que los partidos de la ex Nueva Mayoría sigan pidiendo más y más compensaciones.
He hablado con gente cercana al oficialismo que a estas alturas prefiere que la reforma del Gobierno no se apruebe, porque ya está desfigurada y podría tener efectos nulos o incluso indeseados. El remedio podría ser peor que la enfermedad.
¿Ven? La asistencia del "convidado de piedra" comunista podría haber sido letal: el Presidente se podría haber sentido obligado, por cortesía, y a modo de retribución por la visita, a concederles algo también a ellos. Y eso, les aseguro, mataba la reforma tributaria. El final habría sido trágico, igual que en "El Burlador de Sevilla".
¿No les digo yo? Todas las cosas pasan por algo.