No recuerdo desde el inicio de la transición con el Presidente Aylwin y posteriormente con los presidentes, Frei, Lagos, Bachelet 1, Piñera 1 y Bachelet 2 reuniones como las que han existido esta última semana, del Presidente de la República con presidentes de partidos de la oposición por separado y bilaterales.
Hasta ahora se han reunido con el Presidente los líderes de la Democracia Cristiana, el Partido por la Democracia, el Partido Radical y el Partido Socialista, y se anuncia para la próxima semana la convocatoria a La Moneda de los partidos del Frente Amplio con representación parlamentaria. Se han marginado voluntariamente de estas reuniones, hasta ahora, solo el Partido Comunista y el Frente Regionalista Verde Social.
Sin duda, que estas reuniones se han constituido en un giro del actual gobierno con respecto a la oposición. En consecuencia, hay que preguntarse cuál es la motivación del Presidente por estos encuentros, los que además se han caracterizado por su extensión, una agenda abierta pero también orientada hacia la agenda legislativa del gobierno 2019.
Podría haber varias respuestas para esta iniciativa presidencial. He escuchado interpretaciones disímiles, desde que las encuestas privadas y públicas que informan al Gobierno destacan una ciudadanía predispuesta a la búsqueda de acuerdos y no a la confrontación hasta "envolver" a la oposición en futuros fracasos legislativos de la agenda del Gobierno. Cada quien asume cualquiera de estas gruesas interpretaciones, pero voy a agregar una adicional más de fondo. En la última elección presidencial y parlamentaria, hace más de un año, la ciudadanía realizó dos mandatos aparentemente contradictorios, por una parte le dio un gran respaldo al Presidente Piñera en segunda vuelta, con el 55% de los votos, pero por otra parte esa misma ciudadanía mandató a diversos tipos de oposición a fiscalizar y evaluar en sede legislativa el programa de gobierno.
En votos, en la Cámara de diputados, la alianza de gobierno obtuvo el 38% en la elección, lo que permitió elegir a 72 diputados de sus diversos partidos integrantes, así como en la misma elección le dio 62% de respaldo a las oposiciones, pudiendo elegir esta última un total de 83 diputados. En el Senado, no obstante una elección parcial, el resultado final es que el Gobierno cuenta con 19 senadores y la oposición, con 24 senadores. Es decir, un empate de carácter estratégico. Por una parte, el Gobierno no puede cumplir su programa porque tiene minoría en ambas cámaras y las oposiciones, por el marcado carácter presidencialista de la Constitución actual, no tienen iniciativa legislativa en los aspectos medulares y en las reformas estructurales. Todo lo anterior obliga a la negociación y al diálogo.
Por otra parte, el Gobierno ha presentado a la fecha dos reformas estructurales: la modernización tributaria y la reforma previsional, así como legislación de alto impacto en la opinión pública; admisión justa dividida en dos proyectos y ampliación del control preventivo de identidad, proyecto presentado en las últimas horas. La oposición en sus diversas expresiones y a través de sus líderes políticos y parlamentarios ha planteado en estos temas fundamentales el rechazo a la idea de legislar, lo que ha conducido a una negociación específica en curso en materia tributaria, así como se avizora el mismo modelo de oposición en materia previsional, de educación y de seguridad pública.
No queda otro camino que el entendimiento. Para lograr lo anterior, cuando existen dos fuerzas antagónicas que no pueden derrotar totalmente al otro, implica concesiones de ambas partes. La oposición, hasta ahora, ha logrado acuerdos sustantivos y unitarios que van desde la Democracia Cristiana hasta el Frente Amplio en materia tributaria, y, como lo dije antes, se prevé el mismo acuerdo en las otras contingencias legislativas. La responsabilidad fundamental le caben al Gobierno y al Presidente en este diálogo, considerando que este último tiene que gobernar y que además posee la iniciativa legislativa; y a la oposición le cabe la unidad de propósitos, principios y contenidos para explicarle al país por qué se opone a las distintas iniciativas del Gobierno.
Un diálogo constructivo y de cara a la opinión pública, además de satisfacer la demanda por entendimientos de la mayoría ciudadana, es un excelente ejercicio de pedagogía cívica y política para que la ciudadanía, o la opinión pública, entienda y comprenda las diferencias entre un gobierno de derecha y las oposiciones de centroizquierda e izquierda. Ojalá, por el bien de país, que este diálogo sea fructífero.