Nos enteramos, con sorpresa, de que algunos comunicadores están de acuerdo en que Reinaldo Rueda se moleste porque otros comunicadores le preguntan por la no convocatoria de Marcelo Díaz. Su última respuesta, de antología, fue: "Siguiente pregunta, por favor".
Aunque dice "por favor" y aunque normalmente el entrenador se comporta caballerosamente, esta respuesta es en el fondo inaceptable y altanera. Y evidencia, asimismo, que hay un tema subyacente que resulta sospechoso o inconfesable. Parecido a lo del cardenal Ricardo Ezzati, que se acogió a su derecho a guardar silencio cuando fue interrogado como imputado en el juicio tan conocido y que ahora pide por favor que le pregunten de nuevo. Todos queremos, por supuesto, que Rueda termine mejor. Es decir, que no le pidan la renuncia y después se la acepten.
Mal ahí Rueda. Pero peor están aquellos que celebran que guarde silencio y que se ofenda por una pregunta que es crucial. El técnico colombiano tiene que responder. Y cuando responda no le volverán a preguntar, por lógica. La no convocatoria de Díaz es un asunto de interés público y no pertenece al ámbito de su vida privada. Podría afectar a la vida privada del jugador, pues aquel silencio encubre todo tipo de conjeturas maliciosas sobre su conducta.
¿Qué puede contestar Marcelo Díaz cuando le preguntan por su ausencia de las nóminas? Nada, salvo decir que ignora las motivaciones del técnico. Es incómodo, por decir lo menos. He visto una larga entrevista de la televisión argentina en la que se percibe su incomodidad. No es para menos. Pero contesta, a pesar de lo ingrato que es el momento para él. Hace mucho más por el público que el entrenador que origina la situación. Toma decisiones serias y atinadas, tal como lo hace en la cancha.
Desde Iván Mayo hasta Díaz han pasado muchas figuras del fútbol chileno por Argentina, algunos de gran renombre. Pero ninguno alcanzó las distinciones que han conseguido el actual jugador de Racing, considerado gran actor del campeonato, y el "Matador" Salas en su momento en River. Lo del "Chelo" reviste especial valor, porque la razón de su fama radica exclusivamente en sus méritos futbolísticos, pues en su desempeño no hay teatralidad alguna ni conductas faranduleras. Es un patrón silencioso.
Anoche enfrentamos a Estados Unidos. Escribo antes del partido, porque este asunto merece toda nuestra atención y podría desdibujarse por el resultado. Los temas ocultos nos han costado muchos sinsabores a través de la historia. Si Díaz está vetado por algunos jugadores seleccionados, Rueda no lo dirá. Si dice que el jugador de Racing no tiene méritos para estar en la selección, al explicarlo se meterá en un berenjenal gigantesco. Recibido con agrado y sabiendo que se enfrentaba a un desafío enorme, hoy Rueda debe responder con respeto al medio, aunque en el fútbol no haya Papa que lo castigue.