Dos exposiciones con dos artistas cada una inician la temporada 2019, respectivamente, en galerías Patricia Ready (hasta el 18 de abril) y Artespacio (hasta el 6 de abril).
La primera comienza presentando a Gerardo Pulido . Este ahora incorpora el volumen a sus principales trabajos de 2018-2019. Y con mayor madurez consigue sintetizar pop art , abstracción, asomos del grafiti callejero y gusto kitsch , a través de la fragilidad material y de una multicolor exacerbación de elementos decorativos. Logra, pues, una verba muy acorde con cierto ánimo del milenio naciente; eso sí, sin abandonar la armonía constructiva. En especial atraen sus seis esculturas exentas, curioso cruce de juguetes y pequeños artefactos de laboratorio. También, los ocho volúmenes murales, capaces de evocar de manera no figurativa las máscaras populares de fiestas religiosas bolivianas. Otra media docena de bonitos relieves ostentan, en cambio, formas más reposadas, por intermedio de un equilibrio más quieto y tradicional. Particular expresividad visual posee, por su parte, el amplio tondo "Mamarracho", verdadero resumen de banalidad sublimada. Su voluntaria construcción destartalada, sus contrastados ingredientes, las imitaciones flagrantes de materiales nobles, le comunican personalidad innegable. Completan el panorama expuesto en Sala Gráfica, cuatro grabados manejados con sentido geométrico, los cuales parecieran conectar el conjunto con la producción de años anteriores del autor.
Entretanto, la sala principal de la misma galería nos propone a la romana Julie Polidoro . Asimismo, reinan aquí las coloraciones encendidas, aunque dentro de acordes más bien calmados. El mapamundi constituye el fundamento de sus pinturas, casi siempre en formato grande. Se trata de una cartografía manejada con arbitraria libertad. Así, los países pierden sus contornos oficiales, en tanto que los continentes tienden a desintegrarse, por más que en líneas generales se mantengan más o menos reconocibles. La autora lleva a cabo el proceso de diversas maneras. Tenemos, entonces, lo que nos parece más atractivo de la exhibición: el grupo de seis grandes lienzos colgantes, donde los espacios terrestres se posan sobre mares y océanos regularmente divididos en cuadrados. Estos, protagónicos y fragmentados al modo de baldosas o adoquinado blanco azuloso, adquieren en algunos casos una interesante y movida fluidez.
Por el contrario, en otros casos Polidoro recurre al corte figurativo y parcial del soporte textil, provocando un juego de relieves que establece contraste entre siluetas y superficies planas, todas provistas de un único colorido común y las aberturas con un fondo cromático distinto. Tampoco falta la concurrencia de cierta aproximación conceptual, materializada mediante la asignación serial de diversos nombres de naciones a una respectiva mancha irregular de color. Más allá de esta excepción, dentro de la global insistencia en la misma temática, la imagen del mapa termina por tornársenos monótona.
Esculturas en Artespacio
El tinte natural de la madera, del granito y el fierro luce en Galería Artespacio. Los dos últimos materiales en manos de Carlos Edwards . Con ello ha construido conjunciones de paralelepípedos de gris piedra pulida, cuyas distintas longitudes establecen un ritmo de peculiar serenidad. Como de costumbre, dentro de los cánones de la abstracción tradicional del siglo XX crea el escultor un bien equilibrado contrapunto de bloques horizontales y verticales, de masas y refinados espacios abiertos al vacío circundante. Al mismo tiempo, generados en estrecho dúo con un segundo participante: delgados amarres de fierro apenas oxidado. El dinamismo de cada trabajo se unifica con una solidez majestuosa, aptos ambos para vincularlos a soluciones arquitectónicas.
Separados con acierto mediante una simple línea amarilla, si bien muy vecinos de sala, los más recientes volúmenes de Soledad Omeñaca hacen del leño su personaje exclusivo. Aquí, la mórbida sensorialidad de un tratamiento, que pareciera exhalar gozo creativo, se diversifica ya en bloques compuestos por ensambladas porciones menores, ya colocados uno sobre otro -acaso asimilables a la figura humana-, ya reuniendo madera clara junto a oscura -lindo ejemplo de ello, "Sólido 7"-, o ya sometidos a una fragmentación intensa. Causan estos el efecto de mostrarse como el resultado de un estallido que ha preferido mantener sus porciones innumerables en ordenada suspensión. Precisamente a esta clase pertenecen "Sólidos 14 y 15", cuyo efecto monumental obliga a imaginarlos en grandes dimensiones y vertidos en función de monumentos al aire libre.