El verano parece haber devuelto la calma a los mercados mundiales. La corrección masiva en las bolsas y una caída generalizada en las monedas de países emergentes provocaron pavor en los últimos meses de 2018. Inversionistas buscando refugio y gurúes pronosticando crisis es la combinación perfecta para el nerviosismo de los mercados.
Pero, desde entonces, la situación parece haberse calmado. Bastante, aunque no del todo. Las bolsas se han recuperado con fuerza, especialmente en países emergentes, liderados por el alza de 24% en la bolsa de Shanghái y de 10% en Brasil. Pero esta reversión no es exclusiva del grupo de economías en desarrollo; la bolsa en Estados Unidos ha subido 13% en lo que va recorrido del año, y hasta Inglaterra, desafiando el temido Brexit, también ha mostrado un impulso importante.
¿Cómo puede cambiar todo tan rápidamente en pocas semanas? Las tensiones de fines del año pasado posiblemente se explican por una visión demasiado optimista de la Reserva Federal, que amenazó con subir tasas de interés muy rápido; por datos malos de China, que siempre alimentan el susto, y por la amenaza de una guerra comercial desatada. Estas tres preocupaciones han cedido. El Banco Central de Estados Unidos modificó su discurso, manifestando que no visualiza movimiento de tasas por un buen rato. Las cifras de China no han sido particularmente prometedoras, pero nuevamente el gobierno ha abierto su kit de rescate, promoviendo políticas fiscales y crediticias expansivas que frenan un ajuste mayor. Y finalmente, todo indica que estamos prontos a un acuerdo en la guerra comercial.
Los mercados financieros son veleidosos, y las bolsas y monedas reaccionan -y sobrerreaccionan- con fuerza ante noticias, expectativas y percepciones. Por ello, así como no era prudente subirse al carro de los agoreros del desastre en diciembre pasado, el rebote actual debe ser evaluado con cautela.
Los últimos dos años fueron de un impulso extraordinario en el mundo, reflejado en un crecimiento insostenible de 6,5% en China y de 3% en Estados Unidos. La economía mundial está volviendo a la moderación, y el presidente de la Reserva Federal fue claro en afirmar que Estados Unidos está en un buen pie. Aun así, los riesgos a la baja no son despreciables, y el cambio en la comunicación de la Reserva Federal sugiere que existe preocupación de una ralentización mayor.
Pero de ahí al despeñadero hay una gran distancia. Claro, es imposible descartar malas noticias del mundo, pero el escenario base es uno de un crecimiento global cercano a su potencial. Cuesta navegar en medio de mercados financieros volátiles, pero es bueno contar hasta diez antes de subirse a cualquier micro.