"¿Onde estão o Sr. Flores e o Sr. Quintana? Eu tenho saudade do Sr. Flores e Sr. Quintana". Esas palabras del Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, jamás fueron dichas. No las dijo... ni las pensó.
Es posible que Bolsonaro se haya enterado de que los presidentes de la Cámara de Diputados, Iván Flores, y del Senado, Jaime Quintana, no quisieron asistir al almuerzo que el Presidente Piñera organizó en su honor durante su visita a Chile para la reunión inaugural de Prosur. Pero no creo que eso lo haya traumado emocionalmente.
Es más, creo que el desaire a Bolsonaro les hace más daño a Flores y a Quintana.
Como si fuesen Hermosilla y Quintanilla -los personajes de la serie humorística ochentera "De Chincol a Jote", que satirizaban a los funcionarios públicos sacadores de vuelta e intrigantes-, Flores y Quintana en esta vuelta jugaron a ganarse el título de "empleados del mes" de la oposición.
Como la mayor parte de la izquierda detesta a Bolsonaro -por tonterías que ha dicho en el pasado, pero también porque hubiesen preferido en su lugar a Lula da Silva-, Flores y Quintana pensaron que ganarían popularidad si maltrataban en público al brasileño dejando dos sillas vacías en el almuerzo en La Moneda.
Tal como Hermosilla y Quintanilla pensaban que la pega consistía en "calentar la silla" y mover papeles de un lado para otro sin hacer nada provechoso, Flores y Quintana suponen que su pega es darse gustitos políticos para quedar bien con sus barras bravas.
Pero no. Ellos son autoridades del Poder Legislativo de Chile y nos representan a todos, hayamos votado o no por ellos. Se deben a todos los ciudadanos chilenos, de izquierda y derecha... civiles y militares; sí, señores, civiles y militares, como habría dicho Don Pato.
Porque la política bien ejercida supone que los servidores públicos deben gobernar respetando a chincoles y a jotes; a palomas y a halcones; a princesas y sapos. Y ya que estamos en esto, ciertamente los políticos que ejercen cargos republicanos deben ser capaces de tragar sapos si es necesario.
Pinochet y Aylwin se dieron la mano varias veces y fueron capaces de entenderse pese a que no se tragaban. Piñera hizo guardia ante el féretro de Hugo Chávez. El hijo del dirigente asesinado Tucapel Jiménez pidió justicia para el senador asesinado Jaime Guzmán.
Pero a nuestros Hermosilla y Quintanilla parece que les queda un poco grande este tema. No se dan cuenta de que Bolsonaro es el Presidente democrático de Brasil, elegido por casi 50 millones de electores, con más del 55% de los votos. Si uno se niega a reconocer una decisión democrática, corre el riesgo de que otros duden de las credenciales democráticas de uno. ¿O es que la democracia solo es aceptable cuando ganan los míos?
Cuando Flores y Quintana rechazaron asistir al almuerzo oficial organizado para el Presidente de Brasil, hicieron que el segundo poder del Estado chileno desconociera al legítimo mandatario brasileño.
Pero quizá no tengan culpa, quizá no entendieron bien las cosas.
Y es que quizá Flores y Quintana no sean como Hermosilla y Quintanilla, sino que como ese otro personaje del programa "De Chincol a Jote": Humbertito.