El Ulises de Joyce es considerado un libro canónico, crucial en el desarrollo de la literatura del siglo XX. Tiene fama de difícil, de literatura para especialistas, pero no es así: se puede leer y gozar. Tiene, en castellano, una interesantísima historia de traducciones donde destacan la primera y la última, ambas realizadas por argentinos, ambos traductores no profesionales. Joyce es parte indiscutible del canon y una de las mayores ausencias en la lista de premiados por el Nobel de Literatura. Sin embargo, el camino para arribar a ello fue más largo e intrincado de lo que se piensa. De hecho, el libro fue condenado por obscenidad y prohibido en el Reino Unido y en Estados Unidos. Fue publicado en Francia y desde ahí circulaban copias clandestinas que encontraban muchas dificultades para sortear las revisiones aduaneras. Más todavía, se impuso el silencio sobre el autor y la obra en los medios de comunicación; solo mencionarla en un programa radial podía acarrear el inmediato ostracismo en cadenas como la BBC. Si se han escrito ríos de tinta sobre la novela, menos se ha explorado el sinnúmero de problemas que debió atravesar para llegar a las vitrinas de las librerías y a los lectores.
Es la historia que reconstruye Kevin Birmingham en El libro más peligroso . James Joyce y la batalla por Ulises , una investigación apasionante que sigue la huella biográfica del irlandés y de Nora, su mujer, mientras escribía su obra mayor, para luego centrarse en el largo e intrincado conflicto que la novela vivió en su enfrentamiento con tribunales y agencias estatales. Los personajes de reparto son estudiados y retratados de acuerdo a su gravitación en esta densa trama. Por ejemplo, Sylvia Beach, fundadora de la librería Shakespeare & Company, que publicó la primera edición del Ulises ; o el juez John Woolsey, autor del fallo que liberó la circulación de la novela, dictamen que cambió la legislación estadounidense sobre la obscenidad, pero que también fue una sentencia histórica y política. Cuando se llevó a cabo el juicio, los nazis ya habían comenzado a quemar libros; la abolición de la censura, entonces, fue un gesto libertario y democrático que, como dice el autor, "convirtió la insurgencia cultural en una virtud cívica", gesto que sigue resonando hasta hoy.
Kevin Birmingham
Es Pop Ediciones, Madrid, 2016. 478 páginas.