A Gustavo Quinteros le quedaba un tiro táctico para cerrar el clásico y optó por Diego Buonanotte para defenderse "teniendo la pelota". No le resultó, de acuerdo a sus propias palabras, lo que le entregó la responsabilidad de sostener el triunfo a las manos de Matías Dituro, que con una plástica volada impidió el empate y la consagración de Esteban Paredes como la figura más determinante del pleito.
Los cruzados fueron superiores con holgura, y pudieron haberlo definido por cifras más elocuentes si Puch y el mismo Buonanotte aprovechaban sus opciones. Pero el elenco de Mario Salas se arrimó en los tramos finales y casi provoca el vuelco merced a que Paredes y Jaime Valdés trasformaron el vértigo estéril en una presión sostenida y profunda.
Quinteros tiene buena parte de sus dudas ya resueltas, sobre todo las de mediocampo. Con Aued y Fuentes bien complementados, contó esta vez con el interesante trabajo de Pinares contra su ex-equipo. Y como decidió respaldar a "Sacha" Sáez, el trío de ataque parece solvente y efectivo, marcando una diferencia fundamental con el equipo de Beñat, que no tenía tanta explosión de ataque y se quedaba con media tarea realizada: la de defender.
En Colo Colo chocaron de manera evidente los dos mundos que conviven en el Cacique. Por un lado, la vorágine que proponen los jóvenes -que ayer vieron desaparecer muy tempranamente a Iván Morales- y el talento con pausas expresado por Paredes y Valdés, y al que pronto deberá sumarse Valdivia. En esa colisión se vio mejor la segunda opción, porque el goleador histórico tendió a engancharse, estuvo extremadamente generoso y se dio maña para retroceder en los momentos de apremio.
Para los albos esta pudo ser la última semana de paz evidente, porque tras el receso el asunto de la renovación de su directiva estará marcada por la junta de accionistas que determinará el futuro de la institución, en una lucha intestina que podría hacerle daño a los procesos, como ya fue evidente en la catastrófica semana azul.
La UC se consolida como un equipo eficiente y que siempre va en busca del arco rival, desmintiendo los temores surgidos al comienzo del certamen. Es directa cuando hace las transiciones y tiene en sus aleros la principal de sus fortalezas, aunque le falta administrar con mayor rigor las ventajas.
No podemos dejar pasar las agresiones sufridas por los jugadores cruzados desde la barra alba. En un momento tenso, ya es bueno que los dirigentes se desmarquen absolutamente de sus barras, antes de lamentar la leche ya derramada. En el convulsionado panorama del fútbol nacional, sorprende que propietarios que hicieron lo imposible por ganar el favor de los más fanáticos se desmarquen alegando amenazas. El protagonismo de los más iracundos debe ser controlado, so pena de caer en políticas erráticas, apresuradas, confusas y avaladas por las imágenes del encuentro.
Se jugó el primer clásico del año, y ganó -al igual que en el Mundial- el equipo que regaló la tenencia y se concentró en avanzar sin desprotegerse, seria y responsablemente. Aunque, claro, es hay veces que importa poco en el juego de la historia.