Vengo llegando de vacaciones por el sur, creo que inmerecidas, pero fueron breves, y aún retumban en mi recuerdo las cientos de placas en miradores, muelles, paseos marítimos y plazas.
Pongo de ejemplo Puerto Yungay, que es una rampa para la barcaza más una casa de madera que hace las veces de cafetería y luego una construcción sólida y de una planta que estaba cerrada. Tres placas metálicas, que entiendo son de acero inoxidable. La de mayor tamaño destaca textual la carretera austral del capitán general Augusto Pinochet, y luego dos más: una de Sebastián Piñera y otra de Michelle Bachelet, donde se menciona la construcción del muelle y rampa, y la otra es por la ampliación de dicha obra.
En el parque y mirador de Coyhaique, una de Bachelet y otra de Piñera, por cuando se inauguró el lugar y luego por cuando se refaccionó el lugar. Es como lo mismo, pero no, es algo así como el clásico helado dos en uno.
Y si no hay sitio dónde instalarla, en ese caso, se construye un monolito de cemento y por arriba la placa.
Las he visto por un desembarcadero, por los pilotes del desembarcadero y por las protecciones de los pilotes del desembarcadero.
Por un muelle, por la ampliación de dicho muelle y luego por las mejoras de la ampliación del muelle.
Por el enrocado de un paseo y luego por el reforzamiento del enrocado y después vienen las amarras del enrocado y después el reforzamiento de las amarras del enrocado.
He visto la locura de las placas e imagino la ceremonia del sacristán de turno, léase intendente, gobernador o alcalde, que desea quedar como rey y demostrar que no está en vano ni de vago en el cargo. Y para eso la placa. Esos doctores sin luz, como dijo el poeta, que oscurecen lo que tocan. Intuyo la miseria del funcionario tirillento que no se fija en gastos con la plata del Estado y que sufre de insomnio y de miedo porque un mes no instaló una placa y al siguiente tampoco.
¿Qué cosas merecen placa?
Las losas del bandejón central de la plaza.
Las luminarias de las losas del bandejón central de la plaza.
Las nuevas luminarias de las losas del bandejón central de la plaza.
La ampliación del bandejón central de la plaza.
Y después se instala la lustrosa y pesada placa, con los nombres grabados de la máxima autoridad, con el tratamiento respetuoso de S. E. y la fecha correspondiente.
¿Qué otras cosas?
El mirador en el muelle, que después se refacciona, después se refuerza, después se hermosea y todo se acentúa con una placa.
Los gaviones de acero inoxidable, el talud para los gaviones de acero inoxidable, los sostenedores del talud de gaviones de acero inoxidable. Y siempre le lleva placa: un pilar, dos pilares, la zona de pilares.
Si gobernar es educar, si eso es verdad, lo primero es suprimir la práctica y costumbre de las placas.
Dejemos atrás la miseria política que a todo le quiere poner placa.
Huyamos de esas placas ínfimas que solo revelan la pequeñez nacional.
Chile nunca termina de inaugurarse.
Lo único que hay son placas.