En los siete cuentos que Nicolás Sepúlveda (Concepción, 1982) ha reunido en
Visión del tigre, su primer libro, observamos la actividad de narradores que a pesar de sus diferentes personalidades (narradores que cuentan experiencias propias o que contemplan y comunican lo que ocurre a su alrededor) comparten un lenguaje ágil, incisivo y eficaz que sumerge al lector, desprevenido y asombrado, en las realidades inversas que se configuran espectacularmente en cada relato. Los cuentos que nos entrega Nicolás Sepúlveda responden, con indudables buenos resultados, a un propósito que a primera vista pareciera demasiado ambicioso: desarmar lo próximo y habitual sin que tal desconstrucción le haga perder su carácter de tal. Son cuentos escritos para convencernos de que lo fantástico, lo maravilloso o lo mágico no son atributos de mundos paralelos y distantes de nuestra realidad cotidiana: constituyen, por el contrario, la médula de nuestras experiencias de todos los días. No sorprende, entonces, que la sombra de autores de distopías clásicas, o más cercanamente, de Borges y Cortázar, se vislumbre, incluso como homenaje explícito, en el trasfondo de varias páginas de
Visión del tigre.
Según algunos especialistas, el cuento es el relato de una historia que ha comenzado antes o que se inicia inesperadamente. "Vinimos en silencio a buscarlas", es la frase que inaugura el discurso de "Bicicletas oxidadas". El lector se enterará de que la frase se refiere a un episodio que tiene lugar casi al final de la historia que le relatan. La primera frase de "Veneno": "Una semana después", alimenta la curiosidad del lector para saber qué sucedió antes del comienzo del relato. El argumento de otros cuentos se inicia de manera abrupta: "La condena le fue notificada en el funeral de su madre", es la primera frase de "Una condena". Pero aun en los textos que no ofrecen tal programación, la lectura se inicia siempre en un momento intermedio de una historia en desarrollo. El propósito de tales recursos es transparente: Nicolás Sepúlveda alimenta con habilidad la curiosidad de sus lectores antes de introducirlos en las realidades inversas que cada relato les ofrecerá.
La impasibilidad que exhiben las voces narrativas es otro recurso que utiliza Nicolás Sepúlveda para construir en sus cuentos las oscuras atmósferas características de los relatos extraños y distópicos. Un padre huye para evitar enfrentarse al posible fallecimiento trágico de su hijo pequeño. Años después, convencido de que "las cosas nunca han tenido orden ni demasiados motivos" ("Bicicletas oxidadas"), relata su regreso para pagar la culpa cometida con un lenguaje desprovisto de remordimientos. Un narrador igualmente distanciado relata una tenebrosa venganza conyugal provocada por el asesinato del perro de la esposa ("Veneno"). El narrador de "Matar al mensajero" presenta la historia del vidente Radomiro para demostrar que "No hay mucha diferencia entre nacer con un don y nacer con una maldición". El cuento "Visión del tigre" presenta la extraña experiencia de Martínez, un bibliotecario que diariamente usa el metro para viajar a su trabajo. Una mañana descubre con asombro que un tigre lo observa desde el interior del vagón. El extraño episodio se repite una y otra vez hasta que Sarita, una anciana bibliotecaria compañera de labores, le entrega un cortapapeles dorado diciéndole: "Esto es lo que debes hacer". La ausencia de compromiso entre el narrador y los extraños acontecimientos de la historia que nos relata convierte al desenlace de este cuento en un excelente ejemplo de interpretación fantástica de la realidad. La impasibilidad de los narradores de "Siembra y cosecha" y "Una condena" también contribuye a producir mecanismos de inversión en dos historias aparentemente más cercanas a realidades cotidianas. Finalmente, que Franz, el narrador de "La máquina que mueve al mundo", posea una voz desprovista de inflexiones es indispensable para introducirnos a una realidad inversa que recuerda tenebrosamente a la distopía de George Orwell.
Visión del tigre nos ofrece siete sobresalientes breves relatos debido a la calidad de sus imágenes y a su impecable arquitectura narrativa.