No me pareció tan dramática la actuación de Universidad de Chile en Rancagua. No hizo un mal partido y lo pudo empatar y hasta ganar. Con los tiros en los postes le habría alcanzado. El drama está en las reacciones de la hinchada y de otros cercanos al club (cercanos y al interior, en rigor). La fuerte historia de los desencantos de los últimos años es lo que pesa y desencadena el dolor. De los últimos años y de las últimas semanas, que registran la eliminación temprana en la Libertadores y los dólares perdidos.
Pero, si se puede superar el estado de nervios, seguramente el equipo alcanzará buenos resultados. El nerviosismo es cosa seria. Y más lo son sus precursores: las expectativas, los malos recuerdos y las creencias negativas.
Este asunto es antiguo en la U. Desde que pasó la época del Ballet y su contundente elegancia, en los años 70 sus planteles y sus seguidores entraron en un vértigo insostenible y mareador. En la cancha y en las tribunas, donde, además, se instaló la violencia. ¿Algún parecido con el país? Coincidencia...
Por cierto, se fueron los títulos y los agrados, con algunas excepciones episódicas, hasta volver a festejar 25 años más tarde: 1969-1994. Fueron pocos los momentos de dedicación a un trabajo tranquilo, logrados solo con Fernando Riera y Arturo Salah en dos períodos (en el último hizo la base del plantel que sería llevado al título de 1994 por Jorge Socías).
En general, primó el nerviosismo, se hizo un hábito la búsqueda de culpables y las expectativas aparecían siempre vinculadas a la época más gloriosa. Los entrenadores se iban sin logros importantes, con las excepciones de César Vaccia, Héctor Pinto y Sergio Markarián, hasta el retorno al éxito con Jorge Sampaoli y su ciclo inolvidable.
Después del casildense, solo Martín Lasarte ha tenido un paso importante por la banca azul. Tipo con ideas claras y discurso impecable, el uruguayo alcanzó resultados interesantes, incluyendo el Apertura 2014, pero la impaciencia azul, sumada a la intolerancia al pasado cruzado de "Machete", impidieron una permanencia mayor.
El mareo posterior, que aún persiste, incluyó a Sebastián Beccacece (que hizo una práctica desastrosa para la carrera brillante que ahora hace en Argentina), a Víctor Hugo Castañeda (en dupla con Luis Musrri) y Ángel Guillermo Hoyos.
Hoy, en la picota está Frank Darío Kudelka. Para la mayoría de los hinchas su ciclo debe darse por terminado. Lo mismo para algunos directores de Azul Azul. No lo pueden esperar más. ¿Y cuánto esperaron a Beccacece? Le digo: más de 20 partidos. Una barbaridad para la que fue la peor campaña de la U en la historia de los campeonatos.
Entre los errores puntuales del sábado (el pase al rival de Jean Beausejour, la notable falla del panameño Gabriel Torres frente al arco) y el penal que no fue (porque no fue), la U hizo un partido merecedor de mejor suerte. Pero si la histeria sigue mandando, la historia se repetirá.