Este libro inolvidable reaparece tras casi cuatro décadas desde su primera edición en 1982, poco antes de la muerte de Buñuel. Como bien dice su colega David Trueba en el prólogo, su vida estuvo marcada por el exilio. En España alcanzó a realizar tres obras fundamentales, dos junto a uno de sus grandes amigos de juventud, Salvador Dalí: Un perro andaluz y La edad de oro , clásicos del surrealismo, y Las Hurdes, tierra sin pan , un documental sobre el campo español de descarnado realismo. La Guerra Civil Española lo llevó a México, donde, según Trueba, realizó sus mejores películas ( Los olvidados, Nazarín ), aunque esa afirmación, a la luz de las que dirigió a su regreso a Europa en los sesenta, es discutible. De hecho, Viridiana , filmada en España y prohibida de inmediato por el franquismo, es uno de los grandes hitos de su filmografía, pero su irreverencia desatada, tan propia de su cine, lo arrojó nuevamente fuera de su país. Se fue a Francia, donde continuó una carrera ejemplar con nuevos hitos: Belle de jour y Tristana.
Sin embargo, el libro no es precisamente el recuerdo de sus películas, aunque están muy presentes. Habla de la memoria, de esa capacidad de recordar que hace posible, dice, que tengamos una vida, por más que la memoria sea traicionera, por más que falsee hechos e incorpore otros que no formaban parte de su experiencia vital. En ese cuidadoso rebuscar en la biografía, que llevó a cabo en conversaciones con el guionista que lo acompañó en todas sus últimas películas, Jean-Claude Carrière, está el personaje que desarrolló a lo largo de su vida, el aragonés tosco y campechano que, sin embargo, podía ser el mejor amigo de un poeta de fina sensibilidad como Federico García Lorca y realizar películas memorables. Con las pasiones, las filias y las fobias atemperadas por el paso de los años, logra hablar de sí mismo con distancia, con una imperturbable honestidad y, sobre todo, con el filo de una inteligencia que lo lleva a enfrentar con rara sabiduría la cercanía de la muerte. Está su cine, está España, están sus amigos (y sus no tan amigos), está el bebedor de gin y su receta para el martini seco, está ese gran fondo familiar en Calanda, cuando todavía se vivía como en la Edad Media. Y está, sobre todo, su personaje, desconcertante en su franqueza y en la serenidad con que mira hacia atrás, sin miedo, antes de exhalar su último suspiro.
Luis BuñuelTaurus, Barcelona, 2018. 328 páginas.