Viaje al sabor II
es el libro que Carlos Reyes -destacado cronista gastronómico- acaba de lanzar. Sus relatos son una verdadera disección antropológica de las costumbres culinarias chilenas.
Especialmente genial -hilarante, cargado de añoranza y verdades- es el capítulo dedicado a las parrilladas bailables, esos encuentros que florecieron en los años más grises de la dictadura militar. ¡Vaya uno a saber por qué! Pero así fue. Se inicia con el relato de cómo el amor a la carne se fue apoderando de los chilenos y continúa con todos los que contribuyeron a la realidad del Chile de hoy: 89,1 kilos de carne per cápita al año. Un libro infaltable, entretenido y que apasiona.
Debe ser de los pocos lugares que conservan el encanto del siglo XIX y en el que es posible asomarse a la vida de esos años. En efecto, el
boulevard Lavaud, parte de la Peluquería Francesa de 1868, esa donde se atienden a los fieles clientes con técnicas de toda la vida, es un ícono de la ruta patrimonial de la capital.
Ubicada en una casona Monumento Nacional, el lugar está lleno de detalles y adornos de otros tiempos. Y aunque los muebles y lámparas distan mucho de ser valiosos ejemplares, el entorno cumple su cometido.
Destaca la buena atención y estupenda cocina que ofrecen. Aquí todo parece ir a tono. Para comenzar, unos camarones ecuatorianos al pilpil, en su punto, sabrosos y levemente picantes. Luego, una entraña, en una plancha caliente, sencillamente espectacular. Lo mismo que el
coq au vin criollo, cocinado en un vino pipeño tinto de San Javier de Loncomilla. Una preparación que se potencia y une lo mejor de los dos mundos.
Los helados son artesanales y se recomienda el de
crème brûlée. Atienden desde el desayuno y sus tés son como de antaño. Buen café. Una experiencia muy agradable y recomendable.
BOULEVARD LAVAUDDirección: Compañía de Jesús 2789.
Reservas: 226825243
Precio por pareja: $47.300, cerrado los domingos.