Si nos preocupamos intensamente de los problemas muy importantes corremos el riesgo de enloquecer. Por eso es que de ellos nos preocupamos, obviamente, pero no intensamente. El calentamiento global, por ejemplo, nos inquieta sin movilizarnos, total mundo queda para un rato. Un rato corto, pero suficiente. Antes nos desesperará la cesantía global producida por la automatización y la inteligencia artificial, ayudadas por el aprendizaje automático.
Y hay cosas más acuciantes aún. Más próximas. Para los hinchas de Universidad de Chile, como usted comprenderá, es más urgente saber de los estados de ánimo de Frank Kudelka, que últimamente ha estado bastante enojón. Primero por algunas situaciones administrativas que han derivado en la falta de un potenciamiento adecuado del plantel para los desafíos que se acercan amenazadores.
Aquel aspecto denuncia un tema de tipo administrativo y no sería el primer enfrentamiento técnico-gerencial en un club en los últimos meses. Este desencuentro se produjo tras la derrota copera y sucedió a las alegres charlas anteriores, cuando todos los resultados eran solamente amistosos y amigables.
Pero ahora Frank extendió su enojo. Y lo dirigió a los reporteros y al propio club, pues de allí saldrían las filtraciones que lo afectan. ¿Cómo fue lo de los periodistas? Le preguntaron si piensa renunciar si no pasa de ronda en la Libertadores. Le pareció que la pregunta era "hiriente". ¿Lo era? Si usted me pregunta, le digo que yo no haría esa pregunta. No le encuentro sentido. Pero ese es mi personal criterio periodístico. Y, obviamente, mi criterio periodístico no obliga a nadie. A nadie en absoluto.
Pero hay personas más enojadas que el entrenador de la U: los hinchas de Colo Colo. ¿Los ha escuchado al salir del estadio después de alguna de las derrotas que su equipo viene enhebrando en sus amistosos previos al torneo que comienza en horas? Al "Comandante" lo dejan bueno para nada, sin grado y pasado a la reserva.
Cuesta creer que nadie le advirtió a Mario Salas que llegar a Colo Colo era meterse voluntariamente en la caldera del diablo ¡y con dos diablos! Se dice que uno de los demonios contrató a Damián Pérez contra la opinión del otro. Y ahora Pérez se fue, sin haber jugado un minuto ni haber sido siquiera inscrito. Diabólico.
Pero eso nadie debía advertírselo al "Comandante". Él tenía que saberlo. Sabe suficiente del fútbol chileno y de sus dirigencias. Y ahora los hinchas albos están enojados con él. Muy enojados. No vaya a aparecer alguien por ahí preguntándole si ha pensado renunciar. Nunca se sabe...
Pero también hay gente que estaba enojada y se le pasó. Como los hinchas caleranos. Estaban llamando a la rebelión por la modificación introducida a su insignia tradicional. Nadie irìa al estadio en protesta y quién sabe qué manifestaciones más. Pero finalmente, los nuevos propietarios decidieron buscar en conjunto con los hinchas un símbolo institucional que agrade a todos. Final armónico y fin del enojo. Los símbolos son importantes. Nos pueden robar el club, pero no los banderines.