En mayo iremos a ver la película de Alexis. Estamos esperando. Tal como esperamos que en el partido siguiente sea titular. Y que en el siguiente juegue bien y marque. También siempre esperamos que sea titular Arturo Vidal. Y que juegue bien. Nos alegra cuando Fabián Orellana hace un buen partido o una jugada aplaudida. Esperamos que Gary Medel vuelva a la Premier.
Son esperas, deseos, que nos acompañan a siete años, cumplidos anteayer, de la renuncia de Marcelo Bielsa a la selección, que se fue apenas resultó elegido Sergio Jadue (el ojito). Era muy distinto entonces, cuando nuestros seleccionados eran figuras indiscutidas en importantes clubes de Europa. Hoy, después del doble título del fútbol sudamericano, Alexis y Vidal son herederos de esos tiempos, pero no tienen el éxito asegurado, como entonces. Hoy nos alegra, simplemente, que jueguen. Si hay más, es extra.
Después de la experiencia traumática de la Sub 20 el tema es inevitable: ¿cuál es la generación que viene? Tal vez ya esté en las canchas y solo espera explotar. O tal vez no esté en ninguna parte todavía.
Me planteo este tema ahora porque mientras brillaba la "generación dorada" podía pensarse que sus virtudes serían heredables o, mejor dicho, transmisibles. La imitación podría hacer un efecto. Un efecto técnico, que en el trabajo de Jorge Sampaoli demostraba que era imitable y parecía demostrarlo también el comienzo de Juan Antonio Pizzi. El efecto podía derramar, también, a las bancas nacionales, que efectivamente se llenaron de "alumnos de Bielsa", aunque sin acercarse a su eficacia (incluso su heredero directo, Sampaoli, entró en titubeos tácticos con el paso del tiempo).
También el efecto podía llegar a los planteles de jugadores, por la vía de la imitación y por el profesionalismo que se alcanzó en el tiempo de oro. Pero no sucedió. No han aparecido sucesores de los grandes. No se trata de pedir que aparezca un jugador con las características técnicas de un Alexis, pero sí alguno con su desparpajo, su seguridad, su atrevimiento.
Lo único que nos quedó fue la herencia directiva de entonces. No porque los siguientes hayan seguido robando, pero sí porque mantuvieron un velo de duda en sus actuaciones hasta hoy mismo, con algunos episodios más que nebulosos. No nos satisface lo que está sucediendo hoy en la ANFP ni en los clubes nuestros. No hay siquiera transparencia en la propiedad de las instituciones y se clama por una reforma a la ley de sociedades anónimas deportivas, que nació para poner orden en una situación ingobernable y hoy es caldo de cultivo de procedimientos torcidos, cuando no delictuales.
¿Le quedará hilo en el carrete a la "generación dorada"?
En fin, ya partió la Libertadores. Y la Sudamericana. Se acaban las reflexiones.