En mi columna anterior me referí a las pronunciadas correcciones que estaban experimentando los mercados accionarios y a la alta volatilidad que mostraban los mercados financieros en general, argumentando que entre sus causas estaban la inesperada desaceleración de la economía mundial, especialmente de Europa y China, la incertidumbre sobre el curso que seguirían las tensiones comerciales entre EE.UU. y China, las preocupaciones sobre el proceso de normalización monetaria en que estaban embarcadas la Reserva Federal (FED) y del Banco Central Europeo (BCE), y las impredecibles y disruptivas acciones del Presidente Donald Trump. Planteaba también que la economía mundial enfrentaba importantes riesgos, destacando entre ellos una exacerbación de los problemas de entendimiento del ejecutivo con el congreso en EE.UU., aumento de las tensiones comerciales EE.UU./China y la intensificación de la desaceleración de China. Aunque en enero las bolsas tuvieron un rebote, las perspectivas de crecimiento se han seguido deteriorando, lo que ha llevado a la FED y al BCE a reevaluar su estrategia de normalización monetaria y a afirmar que los estímulos actuales podrían ser necesarios por más tiempo.
En esta columna voy a revisar dos importantes informes publicados recientemente acerca de la economía mundial y sus perspectivas, el "Panorama de la Economía Mundial" (PEM), del Fondo Monetario Internacional, y las "Perspectivas Económicas Globales" (PEG), del Banco Mundial. Ambos informes resaltan como mensaje central la desaceleración que está experimentando el crecimiento mundial, revisan a la baja las perspectivas de crecimiento y presentan, con distintos matices, los distintos riesgos que enfrentan sus proyecciones. El PEM revisa a la baja las proyecciones de crecimiento mundial presentadas en el informe de octubre pasado, bajando en dos décimas el año 2019 y en una el año 2020. El PEM resalta también que los riesgos de estas proyecciones están sesgados a la baja y que los principales son (1) un escalamiento de las tensiones comerciales más allá de lo anunciado hasta ahora y (2) un deterioro adicional en la percepción de riesgos financieros con efectos en mercados de deuda y el crecimiento mundial.
Entre los principales países avanzados las mayores revisiones a la baja de las proyecciones de crecimiento para el año 2019 fueron para Alemania, cuya estimación la redujo del 1,9% al 1,3%, e Italia, cuya estimación la redujo del 1,0% al 0,6%. Entre los principales países emergentes y en desarrollo las mayores revisiones a la baja las hizo para Arabia Saudita (del 2,4% al 1,8%), Nigeria (2,3% al 2,0%), Rusia (del 1,8% al 1,6%) y México (del 2,7% al 2,4%). Los tres primeros afectados en gran parte por los efectos en la actividad agregada de su reducción de la producción de petróleo, en su intento por detener una mayor caída de su precio, y para México por la pérdida de dinamismo de la inversión debido a la incierta aprobación de su acuerdo comercial con Canadá y EE.UU. Para América Latina y el Caribe, las proyecciones de crecimiento las redujo del 2,2% al 2,0% para el 2019 y del 2,7% al 2,5% para el 2020.
El PEG, que tiene como subtítulo Oscurecimiento de los Cielos, resalta que la moderación del crecimiento y el aumento de los riesgos están nublando las perspectivas económicas globales. Entre los factores que han contribuido a moderar el crecimiento identifica tensiones comerciales que se han mantenido elevadas y las importantes presiones de parte de los mercados financieros que han enfrentado grandes países emergentes (Turquía, Argentina, Indonesia, Sudáfrica). Entre los riesgos al crecimiento que se han agudizado, señala desarrollos desordenados en los mercados financieros y disputas comerciales que se pueden exacerbar o extenderse a más países.
El PEG revisa a la baja las proyecciones de crecimiento mundial para el 2019 y el 2020 hechas en junio pasado. El crecimiento del PIB en paridad de poder de compra lo redujo del 3,8% al 3,5% el 2019 y del 3,7% al 3,6% el 2020. En los países avanzados las correcciones fueron menores, con la excepción de la proyección de EE.UU. en el 2020, la cual la redujo del 2% al 1,7%. Para los países emergentes y en desarrollo redujo bastante más sus proyecciones: cinco décimas la del 2019 y dos décimas la del 2020, donde las principales revisiones fueron para los países en el grupo de exportadores de productos primarios, para el cual redujo sus proyecciones en 7 décimas el 2019 y una décima el 2020. Por regiones las principales revisiones a la baja fueron para Europa emergente y Asia central, impactada por Turquía, y para América Latina y el Caribe. Para esta última región redujo las proyecciones del 2,3% al 1,7% el 2019 y del 2,6% al 2,5% el 2020, muy afectado por las revisiones a las proyecciones de Argentina, las cuales las redujo 3,5 puntos porcentuales el 2019 y una décima el 2020.
De lo anterior se puede apreciar que ambos informes tienen un escenario global bastante parecido, lo que también se traslada a sus recomendaciones para el mundo emergente y en desarrollo: éste es el momento de fortalecer las defensas (fiscales, monetarias y financieras) y de acelerar reformas internas orientadas a aumentar el crecimiento potencial.
América Latina y Chile en este nuevo escenario
La experiencia reciente de América Latina muestra que la región como un todo desaprovechó las oportunidades y los recursos generados por el ciclo de precios de productos primarios, y en vez de fortalecer la sostenibilidad de las finanzas públicas y promover reformas para aumentar su crecimiento potencial malgastaron sus recursos en subsidios y distorsiones difíciles de revertir, resaltando derechos más que obligaciones y en el proceso terminaron comprometiendo la solvencia fiscal y su crecimiento. Los casos más emblemáticos entre países grandes son los de Venezuela, Argentina y Brasil. En estos tres países, los déficits fiscales el 2017 alcanzaron el 30,5%, 6,7% y 7,8%, respectivamente, y en ese mismo año el gasto del gobierno general como porcentaje del PIB alcanzó 40,9%, 41,5% y 37,9%, respectivamente. El desorden fiscal, afectó la estabilidad de precios, las cuentas externas, la inversión y el crecimiento.
El intento del gobierno de Mauricio Macri por reducir distorsiones y avanzar en la estabilidad tuvo éxitos iniciales en la unificación del mercado cambiario y reducir algunos subsidios, pero fracasó en su intento por ajustar las cuentas fiscales, tanto por problemas de economía política como por posponer decisiones difíciles encandilado por el fácil acceso a financiamiento externo que tuvo Argentina hasta comienzos del 2018. El gran desequilibrio fiscal dificultó también la reducción de la inflación y, unido a algunos errores en la política monetaria, terminó por desatar una profunda crisis cambiaria y una recesión. En el lado positivo, el nuevo programa, apoyado por el FMI, ha progresado satisfactoriamente con una reducción en el déficit fiscal, el control de la crisis bancaria y una reducción gradual de la inflación, lo que, unido al fin de la sequía y las mejoras iniciales en Brasil, debiera ayudar a iniciar una recuperación a mediados de este año. En Brasil los subsidios generalizados y el alto déficit del sistema de pensiones (5% del PIB) han estado detrás del deterioro fiscal, y el mantener la inflación controlada ha requerido altas tasas de interés con efectos en el tipo de cambio, la inversión y el crecimiento. El recién instalado gobierno del Presidente Jair Bolsonaro anuncia reformas profundas -reforma de pensiones y grandes privatizaciones- para ordenar las cuentas fiscales, reducir la excesiva deuda pública (88% del PIB) y crear las bases para el crecimiento sostenido. Para esto último propone, entre otras cosas, reducir el excesivo proteccionismo y, junto con Argentina, avanzar en la reinserción del Mercosur a la economía mundial. Avanzar no va a ser una tarea fácil, dado que el gobierno tiene sólo 10% de los diputados y que estas reformas van a afectar muchos intereses creados; en particular, las generosas pensiones de la administración pública, el abuso que se ha hecho de las empresas públicas y subsidios muy enraizados.
Fuera de estos tres países, México enfrenta la incertidumbre sobre la aprobación en el Congreso de EE.UU. de su recientemente renegociado tratado con Canadá y EE.UU., sobre las reformas de su nueva administración de Andrés Manuel López Obrador y sobre las reacciones del gobierno de EE.UU.
Con este cuadro es difícil ser optimista con América Latina y para nosotros la lección es seguir protegiendo nuestras fortalezas macro/financieras, y avanzar en reformas pro crecimiento que nos permitan compensar el deterioro del entorno externo y protegernos para eventuales escenarios aún más negativos. Proteger el crecimiento es fundamental para poder satisfacer, sin afectar la sostenibilidad fiscal, las demandas de la población por salud, pensiones, educación y seguridad interna (reducción de la delincuencia).