Refrescante iniciativa: 12 autores interpretan en dos dimensiones a un astro del
rock. En general, predomina su exaltación constante, aunque quizá se eche de menos la pizca de humor, adecuada al personaje. En cuanto a los logros más creativos, resaltan dos nombres conocidos, Paula Lynch y Carolina Oltra. De la primera destaca su experiencia, transfigurando el asunto con una energética figura de blanco rodeada por un entorno que equilibra bien el dibujo figurativo del rostro, la abstracción geométrica y los signos pintados, junto a citas musicales y manuscritas. Es de hacer notar cuánto habría ganado tela a través de un formato mayor. Oltra, entretanto, se vale de fotografía y pigmento, para decantar un hermoso par de nostálgicas imágenes, al parecer significativas para el homenajeado. De los expositores flamantes vale destacar a Alejandra Gauzen -un elegante óleo realista con una especie de Hamlet que, por fin, parece haberse decidido-, Josefa Cordua -capta el gesto típico, aureolado por un ornamento de huella
art nouveau-, Gonzalo Romero -no figuración a la manera futurista y de cromatismo refulgente-. Asimismo, mediante la pintura y el amarillo optan por representar la gestualidad del cantante Fernanda Levine y Felipe Achondo. Fieles al rostro impulsor, Andrea Lazo usa carboncillo y nos recuerda etapas anteriores de P. Lynch, mientras con esmalte Camila Cafatti lo superpone a suntuosos emblemas de la corona británica. Entre los que se limitan a mostrarnos al resto del grupo Queen, Francisca del Río recurre al lápiz grafito, consiguiendo una distorsión en grises y negro con acento cinematográfico.
En Galería NAC, el hispano Carlos Reyes León amplía y enriquece su propuesta reciente del MAC. Así, la protagonista montaña rusa del parque de atracciones, como símbolo del ocio, hoy se muestra de manera diferente. La tenemos cual planos preparativos de la maquinaria, dibujados con tinta sobre papel y como grabado directo en acero con pólvora seca. O bien, reducidos a un grupo de pequeñas maquetas blancas, impresas en papel mediante el sistema 3 D. En ellas advertimos la identificación de estos volúmenes con la letra A. No obstante, es al final de lo exhibido donde pareciera que alcanza el artista su culminación creativa. En efecto, somete al signo caligráfico a una muy interesante abstracción, volcada en dos bajorrelieves de brillante metal, realzado por tela muy negra, y en una enigmático objeto metálico colgante. También aplica Reyes al viejo peso chileno, ornado por la hoz y el martillo, variaciones de tamaño, tratamiento gráfico con pólvora e, incluso, acompañamiento sonoro.
En pleno verano, Galería Artespacio provoca el más positivo asombro con una exposición colectiva. La integran la plana mayor de nuestros escultores actuales, además del buen acompañamiento de artistas nuevos. Cabría considerar a estos treinta y tantos participantes -varios con más de una obra- como el complemento, en formato mediano, del premiado conjunto escultórico ofrecido en Los Cerrillos recientemente. Tenemos, entonces, mucho que admirar. Dentro de un resumido análisis, valga anotar nada más que ciertos nombres: unos de bien probadas cualidades, otros mucho menos conocidos. Ya el umbral del recinto obliga a detenerse un representante de cada grado de nombradía. Así, afuera, Catalina Andonie nos convence por entero con la aparente vulgaridad de su construcción. Ahí la materia gris clara del concreto y el diseño en verde del caucho sirven a una creatividad de particular contemporaneidad. Ya adentro nos recibe Francisca Núñez. También sublima, mediante su sello personal de fantasía delirante, un antiguo televisor. En las antípodas de esta, pero vecino de la sala, Francisco Gazitúa sabe imponer su inventiva incansable en un par de aceros, magníficas abstracciones de esencia tecnológica.
Hacia ámbitos del todo lejanos a los anteriores, el libro como volumen intervenido permiten lucirse, de modo muy distinto entre sí, a Iván Navarro -por cierto, incluye el genuino y sugerente empleo de espejos- y al comparativamente menos rupturista Máximo Corvalán-Pincheira. Sobre un gran soporte común hallamos al representante máximo extranjero, el colombiano Edgar Negret y dos preciosos aceros pintados con su rojo característico. Detrás, en el muro, un relieve en cobre y cerámica delata su filiación, Benjamín Lira. Comparten otro mesón, entre otros, la más bien novel escultora Maite Izquierdo -lindo y táctil atado textil-, la conjunción maestra de objetos domésticos en tamaños distorsionados, de Laura Quezada; el encanto juguetón que exhala la infantil disfrazada de Consuelo Infante. En las vitrinas, respectivamente, el poderoso signo en metal de Francisca Cerda y las transfiguradas celdillas de abejas en la fluyente plancha de Julen Birke. Digamos, de paso, lo que esta vez ha favorecido a Carlos Fernández la integración de formas globosas a sus desnudos de bronce y, respecto de Fernando Casasempere, el quebrar sus monótonas acumulaciones. De cerámica.
QUEEN, PLASMANDO
UNA LEYENDA
Doce retratos póstumos
de un astro rock
Lugar: Galería La Sala
Fecha: hasta el 31 de
enero
MONTAÑA: LA
NEGACIÓN DEL OCIO
Nuevo desarrollo de la
particular temática del
español Reyes León
Lugar: Galería NAC
Fecha: hasta el 9 de
febrero
ESCULTURAS EN EL
VERANO
Excelente conjunto
escultórico de nuestros
días
Lugar: Galería Artespacio
Fecha: hasta el 2 de
febrero.