A fines de temporada 3 de los 9 críticos teatrales del diario La Nación votaron por "Petróleo" como uno los tres más notables estrenos porteños de 2018 (y 3 la señalaron en primer lugar). Quizá la crisis creativa de la escena porteña se agrava más cada año; o que la crítica local se rige por unos parámetros no válidos acá; o ambas cosas.
Porque la quinta obra del grupo femenino ¨Piel de Lava" impresiona aquí en forma bien distinta. Otra de sus propuestas, "Tren", también destiñó en Santiago a Mil 2010. Estrenada en julio último su dramaturgia y dirección colectivas tienen la pretenciosa intención declarada de bucear en "la construcción de lo masculino a partir de lo femenino"; para lo cual muestra la estrecha convivencia de cuatro operarios de un yacimiento petrolífero, tipos recios y rudos que soportan su duro trabajo en un clima hostil, personificados por mujeres. Lo que ya predispone a una rareza.
El teatro tiene una larga tradición histórica de personajes femeninos representados en travesti por actores. Pero debido a sus muchas dificultades, de partida la contextura y dinámica corporal (o sea, el rol físico), la inversa se ha dado solo como excentricidad (la diva Sarah Bernhardt hizo "Hamlet" en 1900) y siempre con frutos lamentables. En el Chile de 1991, ya que no había actores chilenos dispuestos a ser marcados, se montó una torpe versión de "Los chicos de la banda", clásico del naciente teatro gay a fines de los 60', con sus hombres homosexuales encarnados por actrices; ojalá no se hubiera hecho.
En "Petróleo" las ejecutantes hacen su mejor esfuerzo, pero no basta. Es una convención demasiado exigente. Menudas, con pelucas y barbas postizas, nunca dejan de verse disfrazadas, resorte fijo para romper toda ilusión teatral. Al principio tal parece que la cosa va en serio, lo que hace más difícil entrar en el juego. Luego el relato se vuelca hacia el tono de un sainete paródico y se vuelve más aceptable. Ellas ya no intentan personificar machos recios creíbles, sino caricaturizar y burlarse de los simples y predecibles modos de relación en la camaradería entre hombres. Más adelante la revelación de que uno es aficionado a comprar ropa femenina, provoca momentos risibles al insinuar una secreta pulsión gay.
Puesta y dramaturgia adolecen, además, de no pocas falencias. Por largos tramos los obreros conversan -no dialogan teatralmente- parados o sentados sin nada que hacer más que decir sus textos. Las situaciones no progresarían si no las empujaran ciertos hechos externos (los cortes de luz, entre ellos), y de vez en cuando se dan notorias inconsistencias en la lógica de la ficción, por ejemplo respecto del gélido clima (¿de noche con menos 5 grados la puerta abierta y vestido sin mangas?). Termina sin desenlace, de repente y con un pretexto cualquiera. Un pie forzado del aparato escénico es que las mismas actrices deben empujar trabajosamente los pesados módulos escenográficos para producir los cambios de ambientación.
Hoy, última función, 20:30 horas. Teatro Mori Parque Arauco.