Con pragmatismo, las opciones de la selección chilena Sub 20, que compite en el Sudamericano de la categoría en Rancagua, eran complejas. Si bien hubo correctos aprontes en los amistosos, las lesiones de Ignacio Saavedra y Nicolás Guerra, con sus trece anotaciones en el proceso, generaron una inquietud natural. Los dos jugadores de mayor oficio, el primero titular en Universidad Católica, y el segundo acostumbrado a actuar con la presión de Universidad de Chile, mermaban de manera ostensible el potencial del equipo de Héctor Robles.
Los augurios no presagiaban un declive tan pronunciado como el que observamos el jueves en el pobre empate 1-1 con Bolivia. Chile jugó mal desde el inicio, absorbiendo un evitable gol de entrada (pelota perdida por Ariel Uribe en la izquierda). El nerviosismo se tradujo en un cuadro largo, con los centrales Lucas Alarcón y Nicolás Díaz pegando pelotazos frontales, que denunciaron tensión. Los volantes naufragaron ante el cerco defensivo boliviano, que salvo un par de acciones individuales de Carlos Villanueva, no pasó zozobras. El arquero altiplánico John Cuéllar intervino poco e incluso tuvo responsabilidad en el cabezazo de Lucas Alarcón, que terminó en el tanto de la igualdad.
Lo peor del conjunto de Héctor Robles es que estuvo muy lejos de lo apreciado en los amistosos frente a Brasil, Uruguay y Paraguay. Es cierto que la distancia entre un cotejo oficial y uno de preparación es sideral, pero cuesta entender el estado de forma del estreno. Del conjunto intenso, combativo, con laterales punzantes, que vimos frente a Brasil en Rancagua y Santa Laura, no quedó nada. Por el contrario, no asfixió al rival e hizo la del embudo: todo por el centro, porque careció de exponentes por las bandas. Alex Ibacache, quien se anunciaba como un factor desequilibrante en la izquierda, apenas llegó a tres cuartos de cancha. Marcelo Allende no mostró la frescura de otras ocasiones, cuando con su gambeta y descarga abría espacio.
El panorama se oscureció y llegar al hexagonal, que resolverá a los cuatro equipos que irán al Mundial de Polonia, aparece complejo. El triunfo de Venezuela sobre Colombia, a pesar del alza de los actuales vicecampeones del mundo, no estaba en los cálculos. Chile está obligado a ganar a la Vinotinto, porque los cafetaleros y Brasil, el favorito de siempre, son difíciles de abordar.
Esta tarde en El Teniente es necesario un cambio radical en la actitud del plantel, pero también en el mensaje del cuerpo técnico. La idea de usar muchos volantes y que estos aparezcan libres puede ser correcta en la teoría, pero en la cancha no funcionó. Iván Morales se estacionó en la izquierda y no buscó por otros sectores del ataque. Eso, quizás, impidió que Ibacache encontrara su lugar para el descuelgue. Matías Sepúlveda, de buen arranque, terminó agotado en la derecha, fuera de posición y sin gravitar. El zurdo Antonio Díaz es una posibilidad por su condición de extremo, capaz de entregar desborde y centro.
Chile necesita otro rostro. De lo contrario, en el hexagonal final, penarán las ánimas.