No es que antaño la humanidad fuera más moral, o que reinaran sin obstáculo las buenas costumbres. No, señor. Pero sí había más clara conciencia de lo bueno y lo malo. Se hacían maldades, pero causaban remordimientos. "¡Ah, qué hipocresía!", dirá Su Mercé. Posiblemente. Pero, como decía La Rochefoucauld (siempre dispuesto a intercambiar un par de máximas por una buena receta de cocina), "la hipocresía es el homenaje que el vicio ofrece a la virtud". O sea, se distinguía virtud de vicio.
Y le hablamos de esto porque vamos a propinarle hoy una receta italiana llamada "<i>bocca di dama</i>" . Este encantador título nos ha recordado lo que eran antes esas femeninas boquitas de fresa, esas delicias frunciditas, ésas a que aludía el vate cuando escribía "la dulce boca que a gustar convida/ el dulce licor entre perlas destilado" (eufemismo, como comprenderá Usía, para las babas).
¿Ha oído Ud. últimamente hablar a esas tiernas y quebradizas adolescentes, rubiecitas o morenitas, con unas cinturitas de avispa y unos ojazos así de grandes? Pare la oreja, y disimule su presencia cuando esas encantadoras criaturas se juntan en sus coloquios. Al instante se sacudirá Usía el audífono, o se meterá el meñique a la oreja para darle una buena sacudida: es que no creerá lo que oye. Porque si a la chilenidad le escasearan los garabatos (derivados todos, con notable estitiquez de fantasía, del huevo de gallina), allí estarían esos serafines para llenar el vacío más que rápido. ¡Qué lástima que la decencia impida reproducir aquí sus expresiones de pasión amorosa y otras manifestaciones que no dejan, después de todo, lugar a dudas sobre su auténtica pertenencia a la especie humana!
Si lo que sale de esos preciosos orificios bucales es horrísono, lo que entra por ellos es repugnante. Sospechamos que fueron "las preciosas ridículas", como se llamó en la Francia XVII a esas linduras refinadas e intelectuales, quienes inventaron soufflés, hojaldres y otras sutilezas coquinarias. ¡Qué levedad, qué viandas etéreas para románticas Julietas! Pero hoy entran por las bocas de nuestras lolitas frituras lacias y grasientas, mil porquerías crocantes, saladísimas, y tamaños choripanes, completos y mechadas.
Ud., nada. Confeccione el siguiente queque, reafirmando su fe en el futuro del bello sexo.
"Bocca di dama"Mezcle bien 25 gr de almendras, 25 gr de azúcar granulada y un huevo. En un bol puesto sobre agua caliente, bata 7 huevos, 3 yemas crudas y 150 gr de azúcar granulada. Cuando el batido esté tibio, retírelo del agua. Siga batiendo hasta que esté amarillo pálido y espeso. Añádale, batiendo, la mezcla de almendras, espolvoree de a poco 150 gr de harina cernida, mezclando bien. Aromatice con ½ cdta de ralladura limón y ½ de canela en polvo. Agregue 75 gr de naranjas confitadas picadas finamente. Revuelva todo. Enmantequille molde de 25 cm de diámetro y 5 de profundidad. Vacie ahí la mezcla. Horno moderado por 40 minutos. Deje enfriar y desmolde.