¿Recuerda, Madame, aquellos tiempos en que, cada año nuevo, se hacían promesas, buenos propósitos y otras zarandajas? Ya mediando febrero venían las recaídas y arrepentimiento por ese rigor autoflagelante, inconveniente para la salud corporal y mental. Se retomaban los viejos hábitos que, mirados con un mes de distancia, no parecían tan malos. ¿No recuerda? Es que ya la sopapa del olvido la chupa y la chupa para hacerla caer en la alcantarilla de la senilidad. Resista, haga un penúltimo esfuerzo y memorice poemas para vigorizar la poca mentalidad que le queda.
Recordará, al menos, que cuando era Ud. una peneca, le enseñaban a "declamar" con gracejo diversas insulseces con que encantaba, los domingos, a su abuelo (q.e.p.d.) y desesperaba al resto de la parentela: "soy chiquitita/ como una pepita de ají...".
¡Ajá!: es que hasta en las familias más "bien" se comía ají, y se llevaba a la mesa en versión verde y, para el Tata, colorada (cacho'e cabra o putamadre). Si con ayuda del arte pictórico Ud. retrocede unos 300 años, verá en las pinturas de la vida de San Francisco, sitas en el museo del respectivo convento, que sobre las mesas, y distribuidos con cuidado descuido, como quien esparce pétalos sobre manteles, había numerosos ajíes puestos al alcance de las golosas manos. Pero, con la belle époque esta hortaliza americana, que causó pasmo e inmediato amor en la India, desapareció por completo. Incluso el término "picante" pasó a ser equivalente de lo vulgar, canalla y malandrín. No es que seamos partidarios de picores inmisericordes. No, señor. Pero de ahí a exorcizar el ají...
En fin. Volvamos a los poemas. Le proponemos, Madame, el siguiente, como ejercicio mnemotécnico, adaptado a la galopante dislexia que se le ha declarado últimamente:
Ahora que los ladros perran,/ ahora que los cantos gallan,/ ahora que albando la toca/ las altas suenas campanan;/ y que los rebuznos burran/ y que los gorjeos pájaran,/ y que los silbos serenan/ y que los gruños marranan,/ y que la aurorada rosa/ los extensos doros campa,/ perlando líquidas viertas/ cual yo lágrimo derramas/ y friando de tirito/ si bien el abrasa almada,/ vengo a suspirar mis lanzos/ ventano de tus debajas.
Y cuando se le pase la emoción poética, zámpese esto.
Picante de camaronesSepare colas y cáscaras de 1 k de camarones medianos. Saltee las cáscaras en mantequilla hasta que estén rosadas. Agregue 2 tazas de caldo de pollo. Hierva 20 minutos. Licúelos, cuélelos por cedazo fino, reserve el caldo. Deseche las cáscaras. Pase las colas por agua hirviendo, hasta enrojecerlas. Fría 2 dientes de ajo picados en 50 gr de mantequilla, agregue 2 rocotos cocidos previamente en agua con vinagre y hechos puré, añada 50 gr de maní, el caldo reservado, 2 tajadas de pan de molde licuadas con ½ taza de leche, 1 taza de crema y 50 gr de parmesano. Sal, pimienta. Caliente, revuelva, agregue las colas. Sirva con papas cocidas.