Ya se ha dicho con insistencia que el inglés Antony Beevor, exoficial de ejército que primero probó fuerzas en la ficción y luego se dedicó a la historia, ha renovado en profundidad la manera de narrar hechos y procesos del siglo XX. Con Stalingrado y Berlín : la caída , construyó un díptico memorable sobre el frente oriental en la Segunda Guerra Mundial a partir de 1942. El presente libro completa un tríptico todavía más detallado sobre el asalto a Europa en 1944, que se sitúa entre El día D y Ardenas, la última apuesta de Hitler. En breve, tras el arrollador triunfo en el norte de Francia, solo había que decidir dónde y cuándo asaltar la fortaleza alemana. Mientras Patton avanzaba con imparable rapidez hacia la frontera francesa, Montgomery insistía en una operación aerotransportada en Holanda, que dejaría abierto el camino hacia el norte de Alemania. El subtítulo del libro ("Arnhem 1944, la última victoria alemana en la Segunda Guerra Mundial") recuerda claramente qué ocurrió: el mando aliado optó por el mariscal inglés, que puso en marcha, con singular improvisación y sordo a las alarmantes informaciones que llegaban desde los Países Bajos, la operación Market Garden, cuyo principal objetivo estaba a 130 kilómetros de la línea del frente.
Según Beevor detalla, existían muchas dudas sobre el éxito del plan; dependía de que se cumplieran puntualmente todas las etapas planificadas cuando el ABC de la guerra, según el autor, es suponer lo contrario y tener soluciones de contingencia. Agrega Beevor que los historiadores que se centran en los aspectos de la operación que podrían haber resultado bien, escamotean el problema principal, y es que "esta operación fue un plan muy malo desde el principio y desde arriba -es decir, desde el alto mando-, no hay más". Más allá del detallado y vivo relato que reconstruye de manera impecable el desarrollo de la operación, se puede destacar una cuestión relevante: hasta qué punto el desmedido ego de algunos oficiales de alto rango -no solo de Montgomery, que palidecía de furia cuando se enteraba de cualquier avance de Patton y que, además, era incapaz de reconocer el más mínimo error- afectó las operaciones bélicas y llevó al sacrificio inútil de muchas vidas. Se puede decir que toda guerra implica un desperdicio absurdo de vidas, de soldados y de civiles, pero no está de más -conociendo la historia de la humanidad- ver cómo tal cuestión se agrava enormemente cuando la cuestión no es derrotar al adversario, sino adelantarse al compañero.
Antony Beevor
Crítica, Barcelona, 2018. 652 páginas.