"Magna Diva" es el apelativo con que los amantes de la ópera rinden homenaje a Adelaida Arias, una mujer nacida en el norte de Chile que es considerada como la mejor soprano contemporánea. "Según el público y la crítica la soprano más perfecta en la historia del canto". Su voz empequeñece nombres de grandes divas internacionales como los de María Callas, Renata Tebaldi, Cecilia Bartoli y otras muchas. Omar Saavedra Santis (Valparaíso, 1944) escribe alrededor de esta figura imaginaria, una absorbente historia de odios, intrigas y traiciones a partir de tres secuencias narrativas que convergen ágilmente hacia un desenlace cuyo ingenioso diseño gana con creces la aprobación del lector.
Magna Diva nos introduce en un Chile metamorfoseado que no engaña a ningún lector. Es gobernado por el Gran Capitán, héroe de una Guerra Antisubversiva que tuvo lugar años atrás y que dio paso al período de Pacificación, Transición y Reconciliación. Aquí la imaginación se apropia del relato. Durante estos años se firmó el Concordato de San Felipe, que dio fin a la demoníaca secularización del país y estableció nuevas relaciones entre el Estado y una iglesia católica identificada con un Opus Dei oscurantista y penitencial que se encarna en la figura de monseñor Ascanio Abarzúa. En el presente de la historia, el gobierno chileno ha reconstruido el edificio de la Gran Opera Municipal, víctima de un voraz incendio durante el gobierno del presidente Alessandri. A esta empresa ha colaborado eficazmente una campaña internacional de ayuda dirigida por Adelaida Arias quien, además, está de regreso en el país para asumir el cargo de directora de la nueva institución. Este episodio constituye el motivo que da el punto de partida a un complejo y vivaz relato donde se recogen los matices, vericuetos y cambios de fortuna de las narraciones llamadas
thrillers (que ponen piel de gallina al lector) y se introducen solapadamente indicios de naturaleza anticipatoria en el discurso del narrador, técnica que encontramos en novelas de intriga y misterio.
Sin embargo, desde las primeras páginas de
Magna Diva nos damos cuenta que el autor ha conferido personalidad propia a su narración. En ella, las fuerzas antagónicas de un conflicto que avanza hacia la hecatombe se representan enmarcadas paródicamente por los discursos faranduleros de la radio y la televisión, a la vez que el comportamiento de sus personajes obedece a un libreto de ópera farsesca y trágica, señalado por las divisiones internas que exhibe el discurso del narrador y por la organización de la novela en una introducción, cuatro actos con sus correspondientes escenas y un final, todos ellos escritos en italiano.
Otro aspecto que quiero destacar es la excelente construcción de la figura narrativa, fruto, sin duda, de la experiencia que Omar Saavedra ha acumulado en la práctica literaria. Es una voz que exhibe un estupendo vocabulario y que asume con naturalidad diversos tonos narrativos según sean las situaciones o los personajes que focaliza. Es interesante también la manera como se relaciona con estos últimos: relata desde su interioridad para revelarnos la perspectiva que proyectan a su alrededor y justificar así su comportamiento, pero por lo general evita introducirse en la de Adelaida Arias, el objeto al que todos convergen en el relato, ni en la de personajes que desempeñan roles importantes para el desenlace de la historia, como Juan Carlos Leporatti o Marta Pedra Urrejola. A estos los contemplamos siempre desde afuera. Tales movimientos del narrador permiten conocer la torturada personalidad interior de monseñor Ascanio Abarzúa, por ejemplo, o contemplar el perfil cómico que proyectan las actitudes de Adelaida Arias, antítesis de las dos figuras centrales que acentúa el carácter trágico de la farsa.
Quizás las continuas acotaciones escenográficas del texto pudieran haber sido ignoradas. Son propias de un libreto dramático, pero su excesiva frecuencia en este relato no favorece la continuidad de la lectura. A pesar de ello,
Magna Diva es una novela ingeniosa, entretenida y bien armada que dejará muy satisfechos a sus lectores.