Paul McCartney (76) nos vio la cara y he aquí lo sorprendente: lo que vio le gustó, y por eso regresa a Chile. Esta es la paradoja. Vino por primera vez en 1993 y miles de compatriotas acudieron fervorosos y emocionados al Estadio Nacional, para una ocasión única e irrepetible donde podían ver al cantante en vivo, aunque fuera de lejos y torcidos, fríos e incómodos.
Hasta el Presidente Aylwin asistió y el repertorio del concierto le fue completamente desconocido, pero dos canciones al menos le sonaron: "Penny Lane" y "Hey Jude".
Eso ocurrió hace un cuarto de siglo y una buena parte de los asistentes ya pasaron de largo de este mundo. De a poco, eso sí. Algunos regresaron al concierto del 2011, porque volvió para una segunda oportunidad única y repetible, eso sí. Otros reprodujeron el plato el 2013, para una tercera ocasión. Y ahora, los que aún están vivos y con poder adquisitivo, calculan lo de marzo del 2019: tickets de 46 o 568 mil pesos, tan lejos de las entradas a 8 lucas de 1993.
McCartney, por cierto, sigue siendo el de siempre y, como toda estrella, no es responsable del precio ni de nada operativo, y como es sencillo se conforma con fruta fresca, ensaladas, agua mineral y un camarín de colores blancos. Eso sería todo.
Cuando a Raphael (75) se le cayó el diente el 2010, un incisivo, quizá un premolar y no creo que un canino, se pensó lo peor, pero son 32 los dientes y que se burlen cuatro o cinco, poco importa, menos para un artista que la última vez que cambió su repertorio fue en 1966, después de "Yo soy aquel" y antes de la llegada del hombre a la Luna.
Que vuelva Engelbert Humperdinck (82), que en enero se presenta en el Hotel Casino Morongo del pueblo de Cabazon y en el condado de Riverside, por California, y en mayo en el Teatro Palace de Sta. Kilda, simpático pueblo costero de Melbourne, Australia. Queremos escuchar "Quando, quando, quando" en la voz de un crooner original.
No llamen a los que ya no responden: Matt Monroe, Perry Como, Juan Gabriel y Manolo Galván.
Llamen a los que contestan: Johnny Mathis (83), Roberto Carlos (77), Leo Dan (76) y Nicola di Bari (78).
Olviden a Paul Mauriat, Ray Coniff y Manolo Otero.
Insistan con Tony Bennett (92), Neil Sedaka (79) y Pablo Milanés (75), y si a este último le piden "Yo pisaré las calles nuevamente", por piedad, se van a llorar al baño.
Y por qué no Alberto Cortez (78) y unos versos de "No soy de aquí, ni soy de allá", o Albert Hammond (74) o Joan Manuel Serrat (75) o Camilo Sesto (72), con la condición de que evite "¿Quieres ser mi amante?", por razones y vergüenzas que se caen de maduras. A Silvio Rodríguez (72) le pueden pedir "El unicornio azul", pero siempre que no empiecen con lo de las peñas, el vino navegado y la lucha contra la dictadura.
Anunciemos, ya para el final, que Maria Callas, que desapareció en 1977, llega a Chile en marzo y en holograma.
Pienso en Tom Jones (78), Dyango (78) y Julio Iglesias (75) en vivo.
Vuelvo a McCartney, Serrat, Humperdinck, Milanés, Raphael y Leo Dan.
Ya los veo en holograma y en el título de una novela negra: "Los viejos pascueros nunca mueren".