Pocas personas en Chile se darán cuenta de que gozamos de un raro tesoro a nuestros pies: las bellísimas baldosas de cemento con diseños de colores incorporados en ellas, muy populares en el pasado y hoy todavía posibles de instalar gracias a la abnegación y el compromiso de un par de históricas fábricas que debemos siempre apoyar. En rigor, se llaman "baldosas hidráulicas", refiriéndose a la mezcla acuosa del cemento, que no requiere horneado, y que además se deja fraguar sumergida en agua. La técnica para aplicar la mezcla de colores se hace evocando el método del cloisonné chino, tan de moda en la Belle Époque, que es cuando surgieron.
La baldosa hidráulica tiene su precedente en las cerámicas encáusticas medievales (s. XIII, Inglaterra), donde se combinaban hasta 6 colores en un trabajoso y costoso proceso de horneado consecutivo, análogo al proceso de esmaltado en cerámica. El enorme interés por las excavaciones arqueológicas a comienzos del s. XIX permitió redescubrir la iconografía medieval (además de la egipcia y la clásica) y con ello surgió un renacimiento del estilo gótico, el "neogótico" que también es visible en Chile. Esto explica el curioso uso de símbolos heráldicos medievales en la baldosa hidráulica moderna, que se comenzó a desarrollar hacia 1860 en el sur de Francia y en Cataluña, en el entorno de los centros productores de cemento, un material que por entonces se popularizaba. Consagrada en la exposición internacional de París de 1867, la baldosa hidráulica se globalizó gracias al desarrollo técnico y de diseño de la empresa Escofet, Fortuny y Cía., fundada en 1886 (Fortuny es un nombre muy ligado a las artes plásticas y la moda). Desde luego, Cataluña y Barcelona representaban la máxima expresión de la industria y la prosperidad, con su consiguiente desarrollo económico, social, cultural y artístico, y era una de las vertientes fundamentales del modernismo que se expandiría por el mundo en el siglo XX. La empresa reclutó a los más famosos e innovadores arquitectos del momento, incluidos Antoni Gaudí y Lluís Domènech i Montaner, para proponer nuevos diseños. Célebres son los panots (pastelones) con diseño cósmico del Paseo de Gracia diseñados por Gaudí, y sin duda las características baldosas estilo "barra de chocolate" de las veredas chilenas provienen del imaginario catalán.
Hoy, la baldosa hidráulica nos parece una evocación nostálgica, pero es en realidad un material actual, inventado a partir de nuevos procesos productivos (cemento -sin horno-, producción en serie y comercialización mediante catálogos de temporada en constante renovación e innovación), y pensado para la modernidad en términos de higiene, economía, funcionalidad (pues es un sistema modular), facilidad de transporte, facilidad de instalación y, lo más importante, libertad creativa. ¡Apreciemos, defendamos y usemos los pequeños lujos que tenemos!