¿Qué técnico, además de Mario Salas, podría ser el indicado para Colo Colo hoy? Ninguno. Solo Mario Salas. ¿Qué grupo de empresarios argentinos podría comprar todos los clubes chilenos? Cualquiera. Solo necesitaría un abogado.
La bolsa de gatos que es el Cacique en estos días solo puede ordenarse con alguien que sepa ladrar. Que tenga muchos méritos, que sea un ganador, que obligue al respeto, que traiga galardones y galones. O sea, que resulte indiscutible y que ningún guapo de camarín se atreva a levantarle la voz, aunque tenga el respaldo de un poderoso dirigente.
Los camarines están siendo cada vez más determinantes en el caminar de los clubes. Esto normalmente producido por los propios técnicos y su trato zalamero hacia sus dirigidos, que aparecen como únicos gestores de las victorias y ajenos a las derrotas. Actúan los planteles como cuerpo ante sus entrenadores y hasta en el mismo campeón abundan las dudas sobre supuestos choques de San José y dos "emblemas" del plantel. En Universidad de Chile hace mucho tiempo que se sabe que el camarín tiene jugadores muy complicados (los llaman "cabrones") y Kudelka se ha mantenido, increíblemente. Así, los tres "grandes" no han tenido continuidad técnica.
Se confirma en estos días la falta de "tiraje a la chimenea" en la banca nacional. Universidad Católica busca entrenador fuera del país y ya fue descartada la opción de Francisco Bozán, revelación de los últimos años, quien seguirá esta temporada en Universidad de Concepción. Víctor Rivero, con buen momento en La Calera, sigue cumpliendo lo que parece ser su destino futbolero: subir equipos, pero no mantenerse (en lo que hay referentes históricos, como Isaac Carrasco, el "Marinero", en los años 60). Y es un buen técnico Rivero.
En general, la falta de desarrollo del fútbol local nos persigue desde siempre. Nuestros entrenadores tienen defectos, pero los seguirán teniendo, aumentados, si no se les da la posibilidad de competir. Y qué decir de nuestro seleccionado cuando vuelve a rondar la idea de aumentar la cuota de extranjeros por club. Costó rebajarla de siete a cinco y hoy varios postulan volver al acuerdo anterior. ¡Qué majaderos!
Por supuesto, eso no es todo. La extranjerización del fútbol chileno se instala ya con ribetes gangsteriles a nivel de las instituciones. La existencia de las sociedades anónimas, que parecía la solución a los problemas de desorden y aprovechamiento de los clubes en la organización tradicional, ha abierto las puertas a formas peores. Es sabido que se pasa a llevar la ley en el tema de la propiedad de los clubes y algunos sujetos, mediante diversos ardides, se hacen dueños de dos o más. No hay expresión de la ANFP sobre este asunto, lo que hace que la presidencia de Arturo Salah cierre con mal signo y la nueva abra con los peores augurios.
Solo alegra el día la elección del Mejor Deportista del Círculo de Periodistas Deportivos, en una decisión estrictamente deportiva. En Joaquín Niemann hay alegría para rato.