ESTE DERROCHE DE EFECTOS ESPECIALES ORQUESTADO POR JAMES WAN ("Rápidos y Furiosos 7") reafirma que más que un director de actores, es un gran director de dobles de acción. Y de loables escenas de explosiones. Drama y profundidad al estilo Christopher Nolan ("Batman") no encontrarán, porque los conflictos de Aquaman (un carismático Jason Momoa) tienen el espesor de un papel en blanco (ok, no encaja en el mundo, ¿y...?), pero ¿a quién le importa cuando el más puro y bien conducido sentido del espectáculo se sobrepone a cualquier carencia? El lenguaje de Aquaman, colindando en el
kitsch, es una opereta de enorme presupuesto que saca risas, entretiene y vuelve al origen de matiné de este tipo de producciones; sin segundas lecturas, sin grandes reflexiones. Solo un aletazo bien dado y punto. Una fábula que se oye y se ve mejor con cabritas crujiendo.
EE.UU. 2018. 163 min. T.E.