En la selección se trabaja poco durante el año.
Eso explica que Reinaldo Rueda, el entrenador, tuviera tiempo y disposición para un viaje académico. El destino fue Teresópolis, en el estado de Río de Janeiro, con la misión de impartir un curso para técnicos organizado por la Confederación Brasileña de Fútbol, y cumplir el propósito de otorgar la licencia Pro que está inserta en el Programa de Educación de Entrenadores.
Son títulos largos y con mayúscula, y los profesores, seguramente, participan por el honor de la invitación, aunque el alojamiento y pasajes deberían estar incluidos. ¿Algún viático? Esas con cosas menores, porque lo mayor es el contento de la ANFP, orgullosa del rango académico del técnico colombiano que compartió docencia con Paulo Roberto Falcao y Carlos Alberto Parreira, nada menos.
Entre los alumnos, gente como Dunga, Tite y Jorginho, que tomaron apuntes y no se distrajeron en ningún momento.
Un curso provechoso en una ciudad entre montañas, muy lejos de los viejos nombres de Quilín, Macul o Pinto Durán, las bases de la selección que jugó hace un mes y no vuelve a hacerlo sino hasta tres meses, en marzo de 2019.
En la selección se trabaja poco durante el año.
Es así en los hechos y lo que sucede en Chile debe ocurrir en otros países y es normal la carga laboral apretada e intensa en breves segmentos cortos, y luego relajada a lo largo del año.
Estos tiempos plácidos son el momento ideal para las relaciones humanas y reparar lo roto o trizado o abollado.
Claudio Bravo, recuperándose, es un dato de la gran causa del fútbol chileno y su presencia es señal y símbolo de una fuerza intacta. Lo de titular o reserva es secundario, porque lo esencial es integrarlo al proceso y eso, por cierto, hay que pulirlo y conversarlo.
José Pedro Fuenzalida, campeón en Chile con Universidad Católica, no ha sido considerado por Rueda.
Eduardo Vargas, campeón de campeones con Tigres y por México, tampoco, y lo que haya sido se puede solucionar en fechas navideñas y de buena ventura, donde conversando se entiende la gente, incluso si se trata de un entrenador ocasional y un dirigido también ocasional.
Todo lo anterior, eso sí, implica un tipo de trabajo humano que es humilde, silencioso y complicado.
Hay tiempo para hacerlo, claro que sí, y por algo el viaje y la docencia a la bonita Teresópolis para dictar un curso de campanillas y especialmente útil para la Confederación Brasileña de Fútbol.
Fue Manuel Pellegrini, entre paréntesis, el que describió la labor de un entrenador de selección, y explicó por qué no le gusta: "Se trabaja poco durante el año".