"Viudas", hoy en cines, tiene ambición, pesimismo, calle, tensiones raciales y ese aliento políticamente desencantado que marcó buena parte del cine de los setenta, una tradición con la que Steve McQueen (1969), su director, se siente cómodo. Ambientada en el Chicago del año 2008, la cinta da cuenta de lo que pasa con Verónica (Viola Davis) luego de que su marido, Harry (Liam Neeson), muere en medio de un violento atraco en que todo aparentemente sale mal. Si hasta ese momento Verónica había tenido una vida cómoda, aunque marcada por una tragedia familiar, luego de la desaparición de su marido se da cuenta de que en realidad no tiene nada y, peor aún, hereda una deuda de mafia de su pareja que, de no saldar, pondrá en riesgo su propio pescuezo.
Es interesante que nadie en esta cinta sea especialmente simpático ni atractivo, de manera que la identificación con sus personajes no parece ser su principal recurso emocional. Verónica, de hecho, es una mujer tiesa, resguardada, herida, cerrada afectivamente. Parecido sucede con el resto de las mujeres que recluta para preparar un atraco, viudas también de la pandilla de Harry. Los hombres de esta trenza, por otra parte, no han dejado buenos recuerdos. Se trata de tipos abusadores, irresponsables, al punto que sus muertes -y esto es demasiado evidente- representan para las mujeres más un problema material, económico, que emocional: como Verónica, han quedado al descampado. A diferencia de otras cintas de atracos, como la ya legendaria "Fuego contra fuego" (1995), estos son hombres sin nobleza en sus códigos de comportamiento. No hay en "Viudas" romantización alguna del "oficio" criminal. De forma análoga, la cinta pone a la política bajo una mirada, incluso, más desencantada: paralelo a la historia principal, corre una elección municipal que se juega entre la cabeza de una organización criminal y un político corrupto. Sí, es una cinta de tintas muy cargadas, muy propia de este tiempo, donde se exigen señales incuestionables. Filmada en la década del setenta, posiblemente algunos de estos apuntes hubieran sido más finos, más ambiguos, más factibles. Sin ir tan lejos, las mismas cintas de David Mamet, algunas de las cuales suelen dar vuelta en torno a atracos, y suelen ser desencantadas -por eso merecen mencionarse-, son evidentemente más astutas en sus observaciones sociales.
La cinta, en todo caso, destila acción, drama y un hálito trágico, una combinación inusual en el cine contemporáneo, algo que la hace atractiva de por sí. Es una cinta de acción, pero una para adultos, con personajes que intentan ir más allá de las maquetas. No todas sus cuerdas resultan igualmente verosímiles, pero en Verónica y el resto de sus viudas hay un arco de mujeres heridas, endurecidas, acorraladas, que deciden tomar el destino en sus manos, sacrificando posiciones que las mujeres típicamente -al menos en la ficción- resguardan encarecidamente, como la pareja o la crianza. Son mujeres que deciden salvarse a sí mismas por un camino desesperado y radical: actuar como hombres. Aprenden entonces a disparar, a planificar un atraco, a hablar con frases cortas, duras y agresivas. No bastando con eso, la cuarta mujer que se une al grupo (Cynthia Erivo), practica boxeo y tiene los brazos de Rafael Nadal. Esto hace pensar que la mirada de McQueen sobre el feminismo, o la lucha femenina, es algo gruesa, por decir lo menos, porque una mujer puede tomar el destino en sus manos sin tener que mimetizar lo que hacen los hombres. Luego de "Shame" (2011) y "Doce años de esclavitud" (2013), McQueen se había ganado un lugar entre los directores contemporáneos que merecían atención. "Viudas" no lo saca de esa lista, pero acerca algunos signos de interrogación a su nombre.
Viudas
Dirigida por Steve McQueen.
Con Viola Davis, Liam Neeson, Jon Bernthal.
Gran Bretaña y Estados Unidos, 2018,
129 minutos.