Hoy termina el campeonato y, al mismo tiempo, decenas de contratos.
Chilenos buenos para el fútbol, gente profesional que vive la carrera corta y sacrificada, con sueldos que no hacen ruido, sirven lo justo y no se prestan para cálculos.
Cuando el dinero sobrepasa la imaginación, por la morbosidad de la clase media y las cuentas del pobre, se dividen los ingresos de las estrellas en horas, días o semanas, para descubrir cifras portentosas. El euro suena contante y sonante. O pesos mexicanos, que también cuentan bien; mejor dólares estadounidenses y canta la libra esterlina, el riyal saudí y el real brasileño.
Pero en Chile son los cochinos pesos, y en la normalidad no hay partición ni cálculo. Nadie pierde el tiempo dividiendo 800 lucas o un millón en 30 días, que desde luego son más en varios equipos, sin duda alguna, pero el promedio siempre será opaco, silencioso y desconocido.
Así es la mayoría del mundo en las dos Primera, A y B, y lo que es bueno para Iquique, Calera o Audax Italiano, también para Rangers, Puerto Montt o Deportes Copiapó.
Según lo acordado en copias legalizadas ante notario, acá se acaba el contrato, y de cada plantel se van siete, diez o quince jugadores. Nunca menos, siempre más.
Estamos en el último día, eso sería todo y no hay malos sentimientos, así que gracias por los pelotazos recibidos y el sudor depositado, los centros desde la línea, el par de goles que convertiste y esa vez que la salvaste en la línea.
Olvidamos cuando estabas solo y le pegaste al pasto, la expulsión tonta, el pase mal dado, la poca velocidad y los fallos en la marca, o la falta de definición frente al arco rival.
En cambio, agradecemos la paciencia arriba del bus, estoicismo frente al agua helada, comprensión por escasez de jabones y champú, tolerancia frente a la toalla deshilachada y, en general, por la utilería modesta, vendas sin elástico y zapatería acribillada.
También tenemos presente el esguince recibido, el tobillo molido, el peroné con cototos, el ojo en tinta y los moretones diversos.
Pero acá terminamos.
En diciembre no habrá sueldo y desde mitad de enero, a lo mejor; pero eso ya depende de cada uno. No es cosa de esta institución, sino de otra, si es que hay otra el 2019.
Cada año es parecido y es un contrato de enero o febrero a noviembre o diciembre.
Y siempre le dicen que está mala la cosa; él piensa que nunca ha estado buena, pero le insisten: más mala que nunca. Y que nadie piense que lo que se ganaba el 2018, 2017 o 2016, se podrá ganar de nuevo. Hay que pedir con responsabilidad.
El 2019 será un año más, pero él saca cuentas: en realidad es uno menos, pero sigue en carrera, siempre lo quiso y es un jugador profesional que no se rinde. Es su vida, su historia y si hay nuevo contrato firmará, claro que firmará, por supuesto que firmará.