Lucia Berlin (1936-2004) es un caso fuera de serie en las letras angloamericanas recientes y también en el panorama literario internacional. Durante una vida agitada, cosmopolita y trágica, plagada por la enfermedad, la dipsomanía, varios matrimonios fracasados, a veces sobreviviendo en condiciones muy precarias, publicó unos 60 cuentos, bajo el alero de revistas dirigidas por Saul Bellow y otras luminarias, con gran éxito de crítica e incluso logrando importantes premios, para finalizar casi en el olvido tras su muerte. En 2015 resucitó de modo triunfal con la aparición de
Manual para mujeres de la limpieza , que estuvo nominado entre los diez mejores títulos por The New York Times y mereció que El País lo eligiera como Libro del Año. Aun cuando muchos relatos de Berlin se acercan más a la categoría de novela corta, es evidente que su vocación y su talento se inclinaban hacia las historias de poca extensión y en ese sentido se la ha comparado con Carver, Hemingway o Chéjov.
Una noche en el paraíso, la más reciente compilación con obras de Berlin, es un volumen que viene precedido por tantos aplausos -"Maldita, brillante, rescatada"; "Ahora se la reverencia como un genio"; "Su aterradora belleza deja sin aliento"-, que inevitablemente uno abriga sospechas ante tal aparataje. Sin embargo, las aprensiones se disipan enseguida. La prosa de Berlin es magistral, certera, siempre en el tono justo, siempre arreglándoselas para no caer en el melodrama ni la comedia grotesca; la autora se mueve con aplomo en los ambientes más diversos, por lo que, además de reflejar su convulsa existencia, nos entrega una visión de la realidad extraña, original, bastante paradójica; por último, los episodios que narra pueden parecernos estrambóticos, pero todos hemos conocido, de una manera u otra, a esa gente tan singular, con experiencias extremas, expuestas como si se tratara de las situaciones más cotidianas.
Una noche en el paraíso se compone de 22 ficciones que poseen un nivel de tal diversidad, que es difícil resumirlas. Para efectos prácticos, diremos que todas transcurren en las décadas de los 50, los 60, los 70 y comienzos de los 80, de modo que nos proporcionan un panorama muy heterogéneo y, a la vez, actual, pese a que estas intrigas hayan tenido lugar hace medio siglo. Y esto se debe a que el lenguaje de Berlin nunca sufrió mayores transformaciones y se mantuvo parejo a lo largo de su carrera. Así, tenemos la presencia de la radio, la llegada de la televisión, la música popular de entonces, la moda masculina y femenina de otrora, que poco se diferencia de la de hoy, junto a otros aspectos que, a primera vista, son domésticos, bien que, al meditar sobre ellos, sean totalmente excepcionales. Y, sobre todo, hay una galería de personajes que, sea como sea, sí son extraordinarios: escultores, pintores, intérpretes, literatos y de un cuanto hay de los círculos intelectuales, junto a vagos, delincuentes, prófugos, cada uno de los cuales es alcohólico, adicto a drogas peligrosas o, en el mejor de los casos, fumador compulsivo de marihuana.
La glamorosa adolescencia de Lucia Berlin tuvo lugar en Santiago de Chile. Por lo tanto, es ineludible que disfrutemos de "Andado. Un romance gótico", "Polvo al polvo" e "Itinerario", donde Berlin nos regala una perspectiva burlona, cariñosa, llena de gracia y también perpleja de nuestra deslumbrante capital, sus alrededores y algunos puntos alejados de la metrópolis. Berlin era hija de un alto ejecutivo de una compañía minera norteamericana, por lo que, obviamente, se rodeó de latifundistas, jugadores de polo o golf, corredores de autos, chicas y chicos de sociedad pertenecientes a exclusivas colonias de extranjeros (ella estudió en el Santiago College). No obstante, ya en aquella época, Berlin siente simpatía por los miembros del Estado llano y presiente cambios revolucionarios en el país. Si aprendió castellano aquí y si el conocimiento cabal de nuestra lengua le serviría de mucho en el futuro, es lógico que
Una noche en el paraíso esté, de principio a fin, repleta de españolismos de la más surtida índole.
A pesar de la calidad uniforme de todos los episodios presentes en esta recopilación -ninguno es malo ni mediocre y el promedio es sobresaliente-, hay algunos que quedarán en la memoria por su rareza y su calidad. "Las (ex) mujeres" consiste en un extenso diálogo entre dos divorciadas maduras, ambas casadas por años con el mismo hombre: "Siempre que Laura pensaba en Decca, la veía como un decorado. La había conocido cuando aún estaba casada con Max, varios años antes de que Laura se casara con él". Las dos mujeres se juntan para emborracharse, recordar que Max era y sigue siendo irresistible y, al perder el freno inhibitorio por causa del whisky, lanzarse invectivas de odio en una frenética competencia por demostrar cuál de las dos es más estúpida. "Mi vida es un libro abierto" expone el asesinato a martillazos de Claire, muy emancipada, pero expuesta a la locura de un amor hacia un sujeto siniestro. "La Barca de la ilusión" se pone en la conciencia de Maya, quien lucha por mantener a sus hijos en el más inhóspito de los parajes, junto a un esposo muy inestable, por lo que se ve obligada a liquidar a Víctor, narcotraficante que acaba de salir de prisión premunido de un cargamento de heroína que quiere vender a como dé lugar. En suma, es preciso usar una palabra trillada para hablar de Berlin: se trata, ni más ni menos, de una revelación.