Los hechos se miran desde un país que no importa mencionar, porque puede ser cualquiera, hay muchos y en todos existen canales y espacios deportivos independientes o incorporados a los noticieros.
Confeccionan rankings con goles de la semana, faltas, intervenciones de porteros, chambonadas o hechos insólitos.
En esta ocasión, uno de los rankings lo lidera un penal que nunca existió.
En el programa se insiste, con razón, que fue insólito e incobrable por donde se le mire y se precisa, cómo no, que sucedió durante un amistoso internacional en fecha FIFA, y el local, en este caso la selección de Chile, necesitaba ganar a Honduras por donde se le mirase: por arriba, abajo, por dentro o fuera.
Un integrante del grupo de la mesa redonda o cuadrada, con cierta sorna, advierte que el primero que lo entendió fue el árbitro peruano Michael Espinoza, que es un pito honorable, por supuesto, pero en ese partido demostró que era humano y demasiado humano, por el tamaño del error. Y concluye diciendo que en su país, por suerte y fortuna, no se ven hechos tan vergonzosos y deplorables como los que se vieron en Chile.
Alguien añade que hubo una patada formidable en el mismo encuentro, cuando un defensa local por detrás y con puntería le dobló la pierna al delantero. Algo que en cualquier cancha del mundo es expulsión fulminante, pero no fue así en Temuco, porque así se llama la ciudad chilena del amistoso, cuenta el comentarista, y señala que el jugador apenas fue sancionado con amarilla y además don Michael se tragó la ley de ventaja y a los hondureños les impuso la ley de Herodes, que es mexicana: te chingas o te jodes.
Los espacios deportivos se nutren de Google y explican que Temuco viene del mapudungún y ese pueblo originario tiene poema épico y por supuesto que bandera, pero esto no me lo van a creer, dice otro del panel, y cuenta que los guardias no querían que los hinchas ingresaran con la bandera al estadio. El resto de los comentaristas se horroriza.
Se pueden agregar más cosas del amistoso de marras.
A la cancha, al final, ingresaron decenas de hinchas, pero lo notable fue la irrupción de un niño de 12 años que llegó hasta el área chica y al abrazo de gol de los jugadores chilenos. Esquivó barreras, sorteó tribunas, burló vigilantes y un especialista le pregunta al resto si saben cómo se llama el dispositivo chileno para que esas cosas no pasen: Estadio Seguro, cuenta. La risotada es general.
Así se destripa un amistoso internacional donde cobraron hasta tres penales, incluido el que nunca existió.
Y en el programa deportivo de nuevo se felicitan, porque en su país no pasan las cosas que ocurren en Chile.
Es otra manera de mirarlo.