Cobresal recibe esta tarde a Cobreloa, en el primer partido por el segundo ascenso a Primera División. Es el cierre de una temporada emotiva, en una categoría tan apretada, que el último de los 16 llegó a 32 puntos.
Imposible no apelar a las reminiscencias de los 80, cuando ambos discutían con Colo Colo y Universidad Católica la hegemonía del fútbol nacional. Esos duelos en El Salvador y Calama mostraban emotividad, pero ante todo, buenos jugadores, machotes, que daban y recibían sin alegar. El grueso de ricas condiciones técnicas y casi todos bravos a la hora de poner la pierna en las distintas etapas en que se fraguó esta rivalidad.
La claridad de Manuel Pedreros, Franklin Lobos o Eduardo Díaz, más la contundencia de Sergio Salgado, Nelson Pedetti, Jaime Díaz, Carlos Solar, Hernán Cambria, Iván Zamorano y Rubén Martínez, encabezaban esos ataques de Cobresal ante los duros Hugo Tabilo, Eduardo Gómez, Claudio Tello, Carlos Rojas, Mario Soto, Armando Alarcón, Enzo Escobar y Héctor Puebla.
Al otro lado, Gilberto Reyes, Carlos Jeria, Gustavo Huerta, Manuel "Lechuga" Araya, Álvaro Butti, Juan Carlos Díaz, Vladimir Bigorra y Luis Valenzuela raspaban y recibían de Jorge Siviero, Juan Carlos Letelier, Sergio Díaz, Víctor Merello, Jorge García, Fidel Dávila, Juan Covarrubias y Hugo Rubio. Algunos de ellos, finos y habilidosos, ante las circunstancias, no tenían más opción que sobrevivir en esas batallas.
Era otro fútbol. Sin tantas cámaras, con menos petición de amarilla para el rival, acaso más lento, pero sin medias tintas. Por eso el hincha esperaba esos cruces de los dos clubes que representaban a la gran minería del cobre en el norte. Instituciones que vinieron a mejorar la calidad de vida de sus localidades, a pesar que algunos, de forma majadera y desconociendo la historia, insistan en que su irrupción correspondió a una creación de la dictadura. Cobreloa y Cobresal fueron, en rigor, lo que hoy se conoce como responsabilidad social de la empresa.
Nostalgia pura de estos cuadros que anhelan el retorno a la máxima división del fútbol local. Son fuerzas parejas. Los loínos -con la dirección técnica de Rodrigo Meléndez, un ícono naranja desde su debut como jugador- exhiben el peso de su historia gigante. Al frente, Gustavo Huerta, conocedor como pocos de los salvadoreños por su trayectoria en el club como zaguero y entrenador, lidera una ilusión que creció con la epopeya del domingo pasado. En los descuentos sobrepasó a Wanderers, que no supo defender la pelota del tercer gol y en el cuarto quedó de manera inexplicable desarmado en el fondo. Se extrañó un grito del suspendido Ezequiel Luna.
Como el grueso de los clubes de la Primera B, Cobreloa y Cobresal utilizan un nueve de área, delanteros que saben aguantar de espalda, girar, descargar, pero además lucen un potente juego aéreo. Lesiones y suspensiones complicaron al conjunto de Huerta en la segunda rueda e incluso en esta definición. Kalule anuncia un equipo sin bajas. La interrogante es saber si sentirá la carencia de competencia.
Dos batallas en el desierto como epílogo de un torneo electrizante.