Parte de lo que nos aleja de los consejos y la famosa "autoayuda" es la banalidad de los contenidos. Son todos verdaderos, buenos, reales y útiles, pero carecen de la condición que nos define como seres humanos: las contradicciones. Ninguna de nuestras relaciones es siempre la misma. Depende del otro, pero también de nosotros. Y así podemos afirmar que cada uno cambia en sus relaciones cotidianas por muchas razones; algunas evidentes y conscientes, otras más inconscientes, relacionadas a veces con los sueños, a veces con los recuerdos.
Así pasa en la relación con nosotros mismos. La buena relación con nosotros mismos se desarrolla, en parte, en función de una actitud amistosa, amorosa y tolerante hacia los que nos rodean, y dependen, sobre todo, de la relación con aquellas personas del pasado que influyeron en la formación de nuestra personalidad y determinaron parte de nuestras mentes y personalidades.
Si en el curso de nuestro desarrollo hemos podido ver con claridad nuestras rabias y tristezas frente a nuestros padres, y podemos perdonarlos por las frustraciones que tenemos que sobrellevar cotidianamente, entonces la paz empieza a ser posible y amar a otros resulta más fácil.
La calidad de nuestras primeras experiencias de amor y cariño no son, sin embargo, determinantes. Quienes pasan por la vida justificando sus comportamientos a través de explicaciones de sus "traumas" pasados, no hacen otra cosa que repetir incansablemente los mismos errores. Una cosa es asumir con valentía y lucidez nuestro pasado y las heridas que nos dejaron llenos de miedos o rencores, otra es perder la esperanza de la capacidad del ser humano de cambiar. Comprender el origen no es lo mismo que justificar el presente. Tal vez, la más maravillosa capacidad del ser humano es poder mirar y reinterpretar el pasado. Porque nuestra vida es nuestra, nos guste o no.
Es un lugar común decir que los tiempos actuales están definidos por el cambio. ¿Por qué eso no siempre incluye la ilusión y el esfuerzo por el propio cambio? Es importante combinar la comprensión del pasado con la posibilidad de cambio.