Ha habido un ingente debate sobre la libertad de conciencia en el caso del aborto en las tres causales en clínicas u hospitales privados que rechazan esta intervención. El argumento para forzar la "obediencia" al cuerpo legal es de una lógica implacable y a la vez impecable: si una clínica u hospital privado recibe recursos públicos -del fisco-, debe acatar la ley sobre aborto en tres causales o renunciar a todo tipo de financiamiento de esa fuente. En dejo algo "neoliberal", se sostiene que el que pone la plata pone la música.
En estas páginas se han dado abundantes razones para mostrar la falacia de este razonamiento legal y no soy el llamado a abundar en estos argumentos. Aquí muestro un ángulo distinto. Porque si un principio debe cumplirse al pie de la letra en todas las esferas y rincones de un país, ello tendría un tufillo muy próximo al totalitarismo. En efecto, supone que no solo una administración, un gobierno, un Estado, sino que todo acto de la vida social debe ser orientado por una sola lógica. Estado, sociedad y cultura llegan a ser una sola y esto implica obediencia en lo colectivo, en lo individual y hasta en la intimidad (a esto finalmente apunta lo políticamente correcto).
En un razonamiento inteligente, pero mezquino en emociones, se le justifica en una lógica de perfecta cuadratura racional, pero alejada de lo que se debate: ¿cuándo comienza la vida? y ¿qué sucede con una mujer cuando se ve enfrentada a situaciones límite como las tres causales? No hay respuestas fáciles.
Por ello, para estas situaciones un verdadero pluralismo permite que en ciertas instancias una institución se reste a efectuar un aborto, salvando por cierto esos casos más bien escasos o excepcionalísimos donde existe peligro inminente de muerte de la madre, en que hay que proceder de inmediato. No se le hace mal a nadie -sobran las instituciones públicas que efectuarán el aborto- y en cambio mucho bien a tanta necesidad de atención ginecológica. En un problema tan debatido, que jamás tendrá resolución científica absoluta y que es probable que por muy largo tiempo continúe dividiendo al país
En cambio, se presencia un ensañamiento contra las instituciones cristianas y además convoca a odiosidades políticas. No me refiero solo de la izquierda o de una parte de ella. Sectores liberales "ordenan" ser partidarios del aborto como señal beatífica de tener título de defensor de la libertad (el ser humano es lógico e ilógico a la vez, lo que no es novedad). Como en el caso del feminismo radical, el peor error en estos casos es convertirlo en un enfrentamiento entre hombres y mujeres. Vamos todos en la partida.
Que entonces se renuncie a los fondos públicos, es la respuesta automática. Proviene esta de una confusión conceptual, ya que el Estado es parte de una sociedad y también vive (sobre todo prospera y es fecundo) por lo que en esta última se alcanza. La sociedad -reconozco que lo digo con algo de exageración- también posee con perfecta legitimidad el título de propiedad sobre el Estado. Existen instancias adecuadas para evaluar la medida en que personas, instituciones o grupos de trabajo están capacitados para optar a esos recursos, y en esta tarea lo público (el Estado y muchos otros más) tendrá su palabra y los recursos son limitados, por lo que se tienen que distribuir de manera adecuada a los fines propuestos.
Lo que aquí se está dando en este punto, a propósito de un tema moralmente complejísimo, es un intento de erosionar la capacidad de acción social de instituciones que se han ganado de sobra el respeto y el reconocimiento. En un tema espinudo, dejémosle un fuero a la libertad de conciencia.