En los jardines de la Villa Borghese hay un monolito (un "manuelito", decía mi ilustrado amigo de Iloca) que tiene inscritos unos versos de Lord Byron, que los recorrió un día:
"Oh, Rome, my country, city of the soul!".
Si Usía se aburre de tan sutiles emociones, se me va al Campo dei Fiori, donde rostizaron a Giordano Bruno: en una "salumería" de la esquina venden un lomo asado al romero, cortado en tajadas, tan excelente que exige comerlo de rodillas. ¡Placeres de romanos! Decía alguien que, desde los romanos, no se ha descubierto ningún placer nuevo, salvo el de la velocidad.
Considere,
Comendattore, el caso de Trimalción, el de
El satiricón, en cuyos banquetes se comía hasta perder el conocimiento. Forzudos negros traían bandejas con bueyes enteros asados, de cuyas panzas salían volando, para diversión, jilgueros y otros avechuchos. Duraban los banquetes semanas enteras. Vaya,
Signorina, y pregunte a la
Nonna, que le dirá: para aliviar a los comensales en medio de ellos, existía el
vomitorium, donde los empachados efectuaban la operación consiguiente y quedaban cero kilómetro. Un precavido abuelo de la Ruperta, asiduo visitante de embajadas y lugares de buen comer, siempre llevaba en el bolsillo de la chaqueta, en vez de pañuelo, una pluma de gallina: a mitad del banquete, iba al baño y con ella estimulaba una operación "a la romana". Quedaba liviano y fresco.
De la Ciudad Eterna, recordaremos un plato veraniego estupendo: su extraña mezcla de pescado y carne de vaca recuerda el
garum imperial, salsa hecha con pescado descompuesto, que le ponían absolutamente a todo. Es el
vitello tonnato. Cierta vez lo comimos cerca de la Opera, cabe Santa Maria Maggiore, donde se cantaba alguna atrocidad verdiana. Nosotros contemplábamos nuestro
vitello con gula historiográfica. Cortábamos trozos pequeños, los untábamos bien en la salsa, entrecerrábamos los ojos en la canícula, y tragábamos, con paladeo de gran gato en la arena de Nerón. Creíamos oír aullidos de mártires masticados en la arena. No: provenían de Verdi. Una aceituna, un poco de apio fresco. Ah, Roma cruel.
Vitello tonnatoAse un buen trozo de lomo con sólo sal y pimienta. Que le quede como roast beef , rosadito al medio. Corte el asado en tajadas delgadas (pero no demasiado delgadas). Haga una mayonesa con 2 yemas, aceite de oliva, jugo de limón y sal. Tenga a mano unos 120 gr de lomitos de atún en tarro. Macháquelos en un mortero para reducirlos a una pasta bien homogénea, y cuando lo haya logrado, agréguelos a la mayonesa. Diluya ésta con jugo del asado o agua, hasta tener una salsa suelta. Distribuya las tajadas, ojalá sin sobreponerlas, en una fuente hondita y cubra con la mayonesa. Refrigere y sirva al día siguiente con ensaladas, aceitunas, alcaparras. Hay fórmulas mil veces más ortodoxas y dos mil veces más complicadas. Váyase a la segura con lo que aquí le decimos.