China es un país milenario. Eso es indudable, y cada vez que regresa una delegación de empresarios o parlamentarios después de visitar Beijing o Shanghái, repiten maravillados la sentencia del país milenario, pero no hay un alma que vuelva clamando por lo de país comunista.
Hay un solo partido político, pero según el concepto de democracia oriental, un tipo de régimen tipo Tai Chi y con Confucio en el corazón, que asimiló perfectamente el exsenador Eduardo Frei, el embajador plenipotenciario para Asia Pacífico, que ya superó el estrecho margen de un gobierno de cuatro años.
Es otro continente que además es milenario. Son dos elementos. Son mundos distintos, desde lo pequeño a lo grande. Acá, un kilo de cerezas cuesta tres mil pesos y en China, en cambio, un diplomático chileno vio pagar hasta 50 dólares el kilo. Y eso que no se fijó en los nectarines, uvas, paltas, arándanos y tampoco en las buenas peras.
¿Hay Politburó comunista? Por supuesto. Y un Comité Central de 200 chinos son los que eligen a los 24 del Politburó que dirige el país.
No hablamos de democracia directa directa directa, tampoco directa directa y ni siquiera directa, sino que se trata de un sistema político atípico para Occidente.
Es una democracia oriental indirecta la que eligió y reeligió a Xi Jinping como Presidente de China, que fue cuando descubrió que, según la Constitución, no podía ser reelegido más de una vez. En ese momento, las instituciones funcionaron, y la Asamblea Popular Nacional, por 2.958 votos a favor, dos en contra y tres abstenciones, reformó la Constitución, porque esto es lo otro: China vive un proceso de cambios y la última reforma abrió las puertas para que Xi Jinping se pueda reelegir sin límites, siempre y cuando se presente como candidato.
Precisemos: democracia oriental indirecta de la clase modelo meritocrático.
¿Hay leyendas negras circulando?
Vamos descartándolas. Hay planificación familiar, como en Chile, y la restricción del Estado de un hijo por matrimonio ya se amplió a dos, pero si alguien se pasa, como el cineasta Zhang Yimou -que fue padre de siete hijos-, paga una multa y listo. La multa es cara, pero al que quiere celeste que le cueste, ¿o no?