La singular nómina entregada por Reinaldo Rueda para los últimos amistosos del año despertó afiebradas teorías. Por ejemplo, que era una búsqueda desesperada para pavimentar su salida y volver a Colombia. O que era una rendición ante la palpable evidencia de que recambio no había. También se ha escuchado que se trata de una provocación de cara a los próximos comicios de la ANFP, lo que honestamente no me termina de cuajar con una hipótesis sensata.
La selección anunciada provocó más revuelo que el habitual porque precisamente excede los límites que el mismo Rueda tajantemente fijó desde que arribó a Juan Pinto Durán. En el esmero por explicar por qué no convocaba a los veteranos (cuando estaban en su mejor momento), lo de Esteban Paredes resulta difícil de asimilar, porque abre la duda justo cuando parecía lógico pensar que el período de experimentación y búsqueda culminaba, precisamente con estos duelos en casa.
Se da por descontado que las nóminas deben considerar el momento futbolístico por el que atraviesan los jugadores, lo que no es una verdad inamovible. Por eso, no deberían sorprender las ausencias (Marcelo Díaz, Eduardo Vargas, Felipe Mora) de quienes están cosechando elogios. Como tampoco la presencia de quienes han tenido muchas dificultades para ser titulares en sus clubes o pasan por muy malos momentos. La selección es potestad de quien la hace y el ejercicio siempre será discutir y polemizar sobre ese criterio absoluto.
Sobre los temas disciplinarios o "presiones" grupales no vale la pena seguir ahondando, porque el entrenador jamás ha querido aclarar dudas o atender razones. Hay jugadores importantes marginados sin explicación y Rueda tendrá que cargar con su decisión si, por ejemplo, sigue habiendo déficit goleador. Y más aún si la búsqueda no ha dado los frutos pretendidos. En la reiteración de la fórmula Sagal-Junior debe haber un paladar determinado que tiene conforme al estratega, aunque cueste divisar los beneficios para el funcionamiento del equipo. Más aún si las alternativas son Vilches y Bolados, que son cuestionados en su club de origen y donde están militando ahora.
Es un desafío a los códigos también explicar el llamado de Pinares, quien ha tenido múltiples oportunidades en Colo Colo, sin llegar a conformar. La explicación más razonable es que Rueda pudo finalmente convocar a los jugadores albos que le parecían dignos de oportunidad, y ha visto algo que la mayoría no es capaz de visualizar. Porque así es el fútbol y así son, sobre todo, las nóminas de selección.
En lo concreto, lo que provoca esta nómina es una verdad indesmentible: los cedazos que el técnico impuso no deben ser tomados tan en cuenta, porque sus criterios son flexibles y sus explicaciones ambiguas. No hay verdades absolutas y, por ende, es plausible poner en duda todo lo que se argumenta. No será importante lo que se declame o lo que se diluya en discursos vacuos, porque a la larga, Rueda no podrá ser juzgado por sus dichos, porque ahí no están sus convicciones.
La gran prueba estará donde menos les gusta a los seleccionadores que aspiran a un proceso: en los resultados. Y será así, porque no quiso explicar lo que hacía.