Nuestros campeonatos son estrechos y egoístas, porque donde caben 16 por categoría, bien podrían entrar 18 equipos y con un ascenso y descenso sin dramas existenciales ni institucionales, porque el infierno y el paraíso están en otra parte.
Coquimbo, el próximo año, quizás no lleve tanta gente como el año que ahora termina.
Y Temuco, en el presente año, quizás llevó menos gente que cuando ascendió primero y campeón.
No es lo mismo la A que la B, y las platas del CDF subrayan en exceso esas diferencias.
Acá hay un nudo ciego y húmedo, que la nueva directiva de la ANFP debería destrabar.
¿Dónde más se han ampliado los cupos?
En el mundo entero, más clubes van a la Libertadores, más a la Sudamericana y el Mundial 2026 aumentó sus plazas a 48 naciones.
¿Qué es lo mejor del fútbol chileno?
Los estadios.
Dejemos de lado el viejo Santa Laura y el mastodonte del Nacional, pero esa no es la norma.
Los mayores costos y el trabajo más duro no lo hicieron los clubes convertidos en sociedades anónimas, sino el Estado, que gastó de su bolsillo millones de dólares, para que las ciudades lucieran estadios nuevos, modernos y cómodos.
Los llamados genéricamente estadios bicentenario se han ido inaugurando uno tras otro desde hace una década y para el 2019 entrarán al circuito el de Unión La Calera, para 8 mil personas, y el flamante Tierra de Campeones de Iquique, para 11 mil.
Están los de Concepción, Ovalle, Copiapó, Viña del Mar y Valparaíso.
Y los de Coquimbo, Temuco, La Serena y Quillota. También Puerto Montt, Chillán, Antofagasta y Arica. El próximo Sudamericano Sub 20, en enero del 2019, tendrá como sedes los de Curicó, Rancagua y el Fiscal de Talca, por fin para 16 mil personas.
Esto es algo notable para el fútbol chileno y es un proceso que por cierto cruzó gobiernos y se convirtió en lo que corresponde: una misión compartida, nacional y de Estado.
La razón es que el deporte, en este caso el fútbol, es un bien social que congrega, reúne, crea identidad y cariño por la ciudad y los colores de un equipo, y para eso un estadio que irradia lo que corresponde: orgullo, cuidado y presencia.
Para mejorar el fútbol chileno -un tema recurrente y típico- hay que usarlos sin miedo y con eficiencia, por la mañana, tarde y noche.
Y para eso se necesita abrir los torneos e instaurar un descenso y ascenso dinámico de tres o cuatro equipos, para que la cosa se mueva y se compita.
El tema no es bajar o subir de categoría o viceversa, porque eso integra el tejido histórico de un club y una ciudad. Así es el fútbol, con eso se vive y el paraíso no existe. Hay que tenerlo claro.
Lo segundo es el correcto significado de un estadio nuevo y vacío por falta de uso. Eso es el infierno.