Sebastián: Hace casi un año estaba a punto de empezar a ganar.
Cecilia: Cómo pasa el tiempo.
Sebastián: Te lo pido una vez más.
Cecilia: No.
Sebastián: Piénsatelo, por favor, eso nomás te pido.
Cecilia: ¡No!
Sebastián: Saldrías, y en la primera vuelta. Estoy seguro.
Cecilia: No es lo mismo, no lo voy a hacer y no me interesa. Punto.
Sebastián: Pero...
Cecilia: Punto final. ¡Ya está bueno ya!
Sebastián: Entonces ayúdame a escoger a alguien.
Cecilia: Eso es cosa de los partidos.
Sebastián: No los puedo dejar solos, tú lo sabes. Son muy aturdidos. Una tropa de quedados.
Cecilia: Eso es cierto.
Sebastián: Son capaces de elegir mal y si no tengo sucesor, y te lo digo desde ya, eso significa una derrota. No para el sector, sino una derrota personal.
Cecilia: Estoy de acuerdo.
Sebastián: Entonces ayúdame. Tú eres la persona.
Cecilia: Por favor, córtala, no, no y no. Se acabó.
Sebastián: Ayúdame con la búsqueda.
Cecilia: ¿Cómo?
Sebastián: Escribe en un papelito el nombre y me lo pasas.
Cecilia: ¿Ministro, parlamentario o alguien sin cargo político?
Sebastián: El chileno o chilena que pueda ganar.
Cecilia: Bueno, bueno.
Sebastián: Escribe, escribe.
Cecilia: Este es el primero.
Sebastián: ¡Estás loca! Es un aburrido y da sueño escucharlo. Demasiado conciliador, carácter de vieja. No sé cómo le fue tan bien en los negocios, pero eso no significa nada. Me lo imagino atendiendo un emporio provinciano, con camisa cuadrillé y sombrero de huaso. Está para senador por el Maule o La Araucanía, pero nada más.
Cecilia: Pero tampoco te enojes.
Sebastián: Pásame otro nombre.
Cecilia: A ver, a ver. Alguien distinto. Toma.
Sebastián: Este gallo tiene cara de ciencia ficción, parece un clon con rasgos extraterrestres... no, no, no. Para la derecha experimental vaya y pase como senador, pero ni a palos para una elección presidencial. Otro.
Cecilia: Este es típico.
Sebastián: Ya se le fue el tren. Ya no se mueve del oasis y se conforma con comer dátiles y leer a Winston Churchill. Punto.
Cecilia: ¿Y este otro?
Sebastián: Este sobre mi cadáver, pero va a ir por su cuenta y va a perder de nuevo.
Cecilia: Este es el último.
Sebastián: Tan flaco que está. Políticamente es un nerd y es medio inestable. Los que lo conocen de cerca me lo dicen: está extraño. Como mutando, pero no se sabe de qué viene mutando, y tampoco para dónde va a mutar. Está como líquido. No llega a ser un converso, sino que es un misterio. En algo dejó de creer, pero no se sabe bien qué, y está por creer en algo distinto, pero tampoco se sabe qué. Es un queque. Me desespera. Son apenas cuatro años, Cecilia.
Cecilia: No.
Sebastián: Se pasan rápido.
Cecilia: ¡No!
Sebastián: Yo te ayudaría.
Cecilia: ¡Noooooo!