Poco conocido del público chileno, el italiano Michelangelo Pistoletto (1933) incluye en su obra multimedia pintura, escultura, fotografía, performance, el efecto reflectante, los pobres materiales que se deterioran del arte povera. Pero, en el fondo, nos habla de la unidad entre vida y arte. Con presencia frecuente en las Documenta de Kassel y premiado en la Bienal de Venecia, hoy se presenta en nuestro Museo de Arte Contemporáneo. Once trabajos ahí resumen su gran exposición en La Habana del año pasado. En general, cultiva ahora un arte conceptual que apela a ideas muy sencillas que descansan en ciertos anhelos universales del sentir humano: igualdad, hermandad, colaboración, defensa ecológica del planeta, asomo al infinito. Su obra "El tercer paraíso" (1976-2018), símbolo de equilibrio con tres elipsis dispuestas horizontalmente -la naturaleza, lo artificial y el paso hacia la reconciliadora que trae una nueva civilización-, domina desde lo alto el
hall central del museo. Bajo esta figura abstracta de tejidos multicolores se ubica "El pozo y el laberinto" (1965-2018), vericuetos sinuosos con papel corrugado, cuyas dimensiones despiertan la curiosidad del espectador. En el centro de estos, con similar material encierra un octágono irregular con un espejo; a él nos asomamos, reflejando nuestras identidades.
Más o menos cerca de la realización anterior encontramos otras dos ejecuciones emblemáticas del ingenioso autor. Una es "Venus de los trapos" (l967), en la que enfrentaría una escultura neoclásica con el informal montón de desechos textiles. Aquí el desecho se emparenta, sin embargo, con la vulgaridad del cemento esmaltado con que se hallaría construida la figura original. Pero, ¡oh sorpresa!, en Santiago esa protagonista no está. En su reemplazo, se solicita que el simple basamento sea ocupado por algún voluntario entre los asistentes. Mujeres de preferencia, aunque sin mucho sentido crítico, se turnan para cumplir rol semejante. "Esfera de diarios (1966-2018), entretanto, corresponde a una bola hecha con pedazos de periódico aprensado y que derivará en
happening, al ser echada a rodar por el público hasta la santiaguina Plaza de la Ciudadanía.
Para apreciar los dos aportes finales de la exposición es necesario descender a la sala Zócalo. Allí no dudamos en considerar a "Veintiséis menos uno" (2018) como la obra más compleja conceptualmente y más atractiva visualmente del conjunto que nos visita. Producto de la reciente
performance in situ del propio Pistoletto, muestra 26 grandes espejos provistos de dorados marcos de estilo; salvo uno, todos se encuentran quebrados irregularmente y con los restos mantenidos en el suelo. No obstante, las diversas zonas afectadas dejan ver sobre un vibrante y bien armonizado color, cada vez, la palabra "comprensión" escrita en muy distintos idiomas. Estos, que podríamos llamar amplios cuadros, cubren los muros, embelleciendo desde luego el lugar. Según aclara el expositor, la rotura significa dividir el mundo, correspondiendo cada pedazo a una persona, a la que aquella palabra reiterada invita al entendimiento. Por su parte, la instalación "Love difference" (2002) corresponde a una extensa mesa constituida por un espejo con la silueta geográfica de Latinoamérica. Alrededor suyo se disponen 33 sillas diferentes que representan la variedad cultural y social del continente, incitando a sus comensales al diálogo.
Cada punto es el centro del universo, cada persona es el centro de la sociedad.
Selección de obras del italiano Michelangelo PistolettoLugar: Museo de Arte Contemporáneo, sede Parque Forestal
Fecha: hasta el 2 de diciembre