Creo que fue en Twitter donde vi a un tipo que se definía como "trans-económico": "soy un millonario atrapado en el cuerpo de un pobre", decía.
Me dejó pensando que ese fenómeno se puede aplicar a otros ámbitos. Uno podría ser -como yo- un "trans-nutrido": un flaco atrapado en un cuerpo obeso. O ser un "trans-estético": ser feo pero sentirse mino.
Otra de estas condiciones posibles es ser "trans-etario": ser un joven atrapado en un cuerpo viejo. Eso es frustrante, pero es mucho mejor que la alternativa opuesta: ser un viejo que se siente esclavizado por un organismo juvenil, que quiere acción cuando uno solo desearía estar echado viendo Netflix.
Supongo que esto también aplica para la mente. Uno podría ser un jovencito con ideas añejas. ¿Les suena? Uno podría creer que las ideas de un señor que nació hace 200 años en Alemania son las correctas para vivir la vida en el siglo XXI. Estoy seguro de que Carlos Marx estaría sorprendido de saber cómo en Chile hay un montón de muchachos que intentan aplicar e imponer sus fórmulas para regir nuestra existencia en sociedad hoy.
Ya lo intuyen: se me vinieron estas reflexiones a la cabeza observando el incipiente debate por el proyecto de reforma previsional que presentó el gobierno esta semana.
Me llamó la atención que algunos insistan en que la solución es volver a un sistema de reparto, que quizás tuvo sentido a mediados del siglo pasado, cuando la gente celebraba cumplir 60 años y cuando solo existía la tercera edad. Hoy ya existe la cuarta edad, que va más o menos de los 80 a los cien años de edad. Y ya es un hecho la quinta edad, que se extiende, supongamos, de los 100 a los 120. Los niños que nacen hoy en Chile podrían llegar a los 140 años y en los principales centros científicos del mundo se estudia en serio sobre la posibilidad de algo parecido a la vida eterna.
Hoy en Chile hay más adultos mayores que niños y adolescentes. Si se hiciera realidad el sueño de quienes quieren un sistema de reparto para solventar las pensiones de los viejos, lo que terminaría pasando es que la minoría joven tendrá que trabajar solamente para financiarnos a nosotros, los que seremos viejos dentro de no tanto tiempo más. Y los viejos vamos a ser viejos por muuucho tiempo. Y vamos a ser unos viejos "trans-etarios", "trans-económicos", "trans-nutridos". Usaremos nuestra mayoría para abusar de los jóvenes, para hacerlos nuestros esclavos, para financiar todas nuestras mañas de viejo.
El Partido De Los Viejos (PDLV) será imbatible y seremos siempre mayoría, porque el mero paso del tiempo irá abultando el número de nuestros militantes.
Con el sistema de reparto que proponen entre otros los de "No + AFP", los viejos gozaremos el doble. No tendremos que ahorrar ahora y viviremos a costa de nuestros hijos y nuestros nietos. Qué maravilla.
Ahora bien, ¿no nos convierte eso, un poco, en unos viejos de mierda?
Supongo que ahora entienden a lo que me refería cuando hablaba de los jóvenes que defienden modelos vetustos y anacrónicos. Un joven tendría que estar demente para defender hoy un sistema de reparto. A menos que esos jóvenes sean viejos atrapados en cuerpos juveniles. Solo que hasta ahora no nos habíamos percatado.