Lo dijo Kudelka en la semana y lo repitió después de ganar con justicia en el clásico: la U no juega como él quiere, sino sólo como puede. Y definió el estilo: práctico y ordenado. En otras palabras, un equipo que no toma riesgos, o, al menos, los riesgos que él quisiera. Así, en uno de los más sabrosos y enormes contrasentidos de nuestro fútbol, un cuadro que no juega como su entrenador quiere lleva enhebradas cuatro victorias consecutivas y se metió en la pelea grande.
No sé -quizás porque Beñat no es tan sincero como Kudelka- si la UC juega como el español quiere o sólo como puede. Creo que los cruzados perdieron el sábado porque el técnico se equivocó al insistir con Bolados y Vilches (convocados de emergencia una semana antes, luego de estar relegados al olvido en el segundo semestre), porque con Rebolledo como lateral y Fuenzalida con Munder por los extremos pudo hacer mucho más daño a los azules. Y cuando quiso remediarlo ya era demasiado tarde.
Este torneo tiene un contrasentido. El principal aspirante al título no ha ganado en sus últimos ocho partidos como visitante. Y su escolta ha perdido en línea los últimos cinco que no jugó en Concepción, lo que nos da un espantoso registro en la lucha por ser campeón, sobre todo cuando salimos de la zona de confort y hay que asumir más riesgos. Si hablamos de racha, la U ganó cuatro consecutivos (sin jugar como su entrenador quiere, sino sólo ordenaditos) y ya es candidato a todo, aunque el sacrificio táctico llegó muy tarde, al parecer.
Kudelka debe saber, porque ya lleva lo suficiente en Chile, que la estrategia predilecta es la que ha implementado: jugar de manera práctica (o sea, resguardado, protegido, esperando; lo que llamamos pragmatismo) y ordenaditos. Los tiempos del vértigo, la doble punta, el sometimiento y todo aquello que nos deslumbró -y que parecen estar en la aspiración de Frank Darío- ya son parte de la nostalgia, porque los planteles se estructuraron de distinta manera, porque cuesta más convencer y adoctrinar a los jugadores o porque, sencillamente, quienes parecían ser los herederos del sistema mutaron (Guede) o se rindieron demasiado pronto (Salas).
Ya en la recta final, es saludable entender que el técnico de moda sabe que está en deuda, que promete una evolución, que desea desordenarse para crecer. Quizás porque en medio de esta racha también sufrió una desastrosa derrota en la Copa Chile. O porque simplemente se aburre de esperar para tomar la decisión de agredir, de la comodidad, del esfuerzo mínimo. Falta saber si lo que quiere Kudelka se puede hacer todavía, si requiere de muchos cambios y, claro, si le va a resultar mejor que lo "práctico y ordenadito", que suele ser un vicio. Adictivo.
Es, con todo, una buena señal.