Cinco minutos que analizamos, describimos y repetimos tantas veces, para ver la imagen de Arturo Vidal con la camiseta del Barcelona.
Lo escudriñamos hasta la saciedad y aburrimiento, pero es lo que hay: cinco minutos, que podría ser un cuarto de hora o no más de 120 segundos, y por eso lo dejamos en cinco minutos, que es un promedio más entero, popular y poético.
¿Por qué tan poco?
Por el entrenador Ernesto Valverde, lo rico del plantel catalán y no hay que descartar las relaciones humanas que consisten en el uruguayo Luis Suárez, caluga de plomo, y el endiosado Lionel Messi, que le cierran las puertas, no le dan el lado y le hacen el vacío futbolístico, existencial y sentimental.
¿Está descartada la envidia? No.
¿La rabia, resquemor, desconfianza, miedo, inseguridad? Tampoco.
Nada está descartado, pero aclaremos que no son más que habladurías de poca monta y rumores deshilachados, pero una vez dicho lo anterior, pasemos a la sagrada misión: que el pueblo lea, vea, escuche y decida. Nosotros lo publicamos no más.
Y está la ancestral regla de oro que domina el fútbol mundial y tantas otras cosas.
¿Cuál es la regla de oro? Que los dueños del oro ponen las reglas.
Barcelona, que es más que un club.
Pero ahí está Arturo Vidal, que entra a la cancha por cinco minutos y en la nueva canción chilena, que ya camina vieja, lo vemos con la sonrisa ancha, la lluvia sobre el pelo mohicano y no nos importa nada, aunque no sean más que sean cinco minutos minuteros minutitos.
Ya se darán cuenta y es cosa de tiempo.
Por ahora lo emplean como guardaespaldas experimentado y ocasional, siempre y cuando el partido lo precise o si un titular está cansado.
Vidal ingresa y en la noche de ese día y durante los siguientes, buscamos con desesperación los titulares, juicios o comentarios que vienen desde el extranjero, para descubrir que alguien lo llama "guerrero", otro subraya su energía inagotable y alguno su presencia ganadora.
En esa realidad virtual es donde estamos.
Y todos rogando, cómo no, para que haga la gracia monumental y el ejemplo estelar es clavar al Real Madrid con una estaca de su factura.
Si no es eso que al menos lance un centro como se debe, es decir, con comba hacia adentro, para que sea la jugada clave que termina en gol de cabeza.
Si lo anterior no se da, que sea otro su magnífico rol, porque acá lo seguimos con hilo científico y podríamos descubrir que después de 15 pases el equipo convirtió, y el Rey Arturo fue protagonista indiscutido desde el tramo 5 al 6, porque la recibió bien y la pasó mejor. ¿Participó de la jugada del gol, científicamente hablando? Por supuesto que sí.
Te recuerdo Arturo, que la vida es eterna en cinco minutos.