Paula Dittborn y Marcos Sánchez vuelven a exponer juntos en Sala Gasco. Ningún vínculo estético les resulta común. De esa manera, el nacarado celuloide sobre acrílico constituye el genuino material de los cuatro cuadros principales de Dittborn. Tres giran alrededor de fachadas de edificios que buscan interpretar las características típicas de ciertas firmas de arquitectos de nuestro país. El brillo de las superficies y sus texturas sobre el oscuro vacío lucen apropiados para subrayar con gracia las diferencias. El cuarto trabajo se refiere a una construcción de pasado, incluyendo la inesperada introducción de fantasiosas figuras de cómic que se confunden con la vegetación del primer plano. Acorde con la temática anterior, asimismo la artista entrega un interesante y afilado dibujo; define un políptico con el desarrollo bien graduado de un panorama que va apareciendo, llega a su cénit y, paso a paso, casi desaparece. Cierto atributo de filmación cinematográfica hay en él. Sánchez, por su parte, muestra dos pinturas y obras volumétricas. Las primeras, de línea neoexpresionista, dejan ver una personalidad mucho menos acusada que la de su colega de sala. Sus más numerosas contribuciones restantes constituyen perfiles volumétricos y maquetas en miniatura, todos referidos a objetos. Acierta con la transfiguración de "Colgador". También podría ser otra aportación destacada el gran bloque blanco, acaso en función de tronco de cuento infantil. Sin embargo, la inclusión del diminuto video con el esqueleto le resta unidad.
La fotografía es el intermediario de tres fotógrafos que exponen durante estos días. Por cierto, el más importante resulta Jorge Brantmayer. Galería Ekho lo presenta. Son seis amplias fotos con color, cuyas fantasías argumentales parten de un enfoque enteramente naturalista. Si bien hoy día agudizado, este argumento lo había tratado con anterioridad. Quizá aquella cualidad suya más relevante, una expresividad muy honda, ahora se intensifica, cuajada en un sentido del humor agudo y encantador. Convierte, pues, en escenas delirantes el taller del pintor con sus modelos, junto a los manchados de pintura propias del oficio. Pero transforma estas últimas en protagónicas: no solo llenan, indiscriminadas, el luminoso local, sus suelos y murallas, sino que cubren los cuerpos humanos hasta esconder anatomías. Estos conjuntos de figuras, además, se hallan compuestos la pericia de una naturalidad casual. Sin embargo, la culminación de la exhibición corresponde a una imagen que muestra circunstancias del todo diferentes. Se trata de una pareja vestida de pies a cabeza de un modo impecable, en plena calle y protegiéndose bajo un paraguas -tampoco este se libra- de las manchas invasoras. Tampoco falta en la presente muestra una cita a Duchamp y su visión peculiarísima de la partida de ajedrez entre el artista y su musa.
Las mismas salas de la escondida galería de Calle Merced nos permiten descubrir otro fotógrafo promisorio, Harold Illanes. Él consigue introducirnos en rincones remotos, en recovecos novedosos de la arquitectura no oficial de una urbe que, si bien corresponde a nuestra capital, no resulta nada fácil reconocer. Se trata de vistas nocturnas, desde la altura y a través de quebrados ángulos oblicuos. Así la escasa iluminación artificial se debe a la condición de las feas trastiendas, de las desordenadas áreas de servicios, de abandonados patios traseros en céntricos edificios actuales. En todo caso, esas luces coloreadas que los identifican adquieren un papel protagónico en cada lámina. Siempre deshabitados, en pocas oportunidades una puerta abierta y el mobiliario nos permiten divisar la intimidad doméstica de presencia humana.
En Nicolás Sánchez tenemos al tercer cultor fotográfico de estos días. En cuanto a relato aparece como el más diferente de los tres. En efecto, busca unificar arte y ciencia, compilando material ya existente de la NASA, de difusión internacional y al alcance de quien lo desee. Su labor es, por lo tanto, de elección, de escoger y compilar esa imaginería, en su momento espectacular, que registra el viaje y la llegada del hombre a la Luna. Muy bien ordenado el material en esta exhibición de Galería NAC, comprende seis cianotipos que analizan el frío aparataje de vuelo y de rastreo. A continuación y meollo estético de la muestra, viene un número similar de grandes fotografías. Los interesantes encuadres, el blanco deslumbrante de la superficie lunar, capaz de convertir con su reflejo en negro parejo el cielo circundante, más el desplazamiento tan reducido del astronauta operan una verdadera transfiguración del documento científico. Otras seis láminas que registran desde muy lejos la textura y las huellas del recorrido, y dos videos que relatan el despegue del vehículo, el público asistente y momentos del recorrido espacial finalizan adecuadamente el conjunto expuesto.
El reino de las cosas falsas
Novedosas interpretaciones arquitectónicas de Paula Dittborn.
Siluetas volumétricas
Marcos Sánchez
Lugar: Sala Gasco
Fecha: hasta el 30 de noviembre
Ensayos contra la fatiga
La irónica expresividad de Jorge Brantmayer
Ciudad Incógnita
El fotógrafo Harold Illanes y sus entrometidas vistas de edificaciones ocultas
Lugar: Galería Ekho
Fecha: hasta el 15 de noviembre
Huellas en el polvo
Las elecciones con que Nicolás Sánchez transfigura material científico
Lugar: Galería NAC
Fecha: hasta el 5 de noviembre